sábado, 27 de enero de 2018

Visita de Benito



En aquellos tiempos, un poco más adelante del Génesis, yo estudiaba ingeniería en la FIME (UANL), pero aprovechaba cualquier hora libre para meterme de oyente a las clases de Genaro Saul Reyes en la Facultad de Filosofía y Letras, y no salir de su cubículo (él era coordinador de la carrera de Letras Españolas, con harto trabajo, pero siempre toleró que fuera a hacerle plática, preguntas). 
Por años fui de oyente. En esos tiempos unos estudiantes "de los más grandes" tenían una revista estudiantil. Uno de ellos, estudiante de Sociología, recibió unos poemas para publicarlos en aquella revista. Mi mundo en ese momento estaba más cerca de las "trastornadas" de Laplace y las ecuaciones diferenciales que con los formalistas rusos y las teorías del lenguaje, pero aquel grupo de estudiantes había recibido el texto de un huerquete que con cuatro hojitas dobladas se andaba queriendo llamar poeta. No recuerdo si se publicó, pero anoche, el orquestador de aquella revista y quien recibió mis "poemas" de hace casi tres décadas, estuvo en casa. Benito Torres Escalante dejó de ser estudiante de Sociología hace un cuarto de siglo. "No recuerdo si te publicamos", me dijo anoche. La verdad eso no importa. Ya no somos jóvenes y el buen Benito se ha dedicado a hacer labor social por la comunidad. Ha pasado mucho tiempo. Sigo tratando de trabajar con el lenguaje. Entré a Letras. Publiqué en otras revistas. Genaro sigue siendo mi maestro. 

Nunca volví a tener 18 años como en aquella ocasión.

jueves, 18 de enero de 2018

Decálogo del amante





1. Cuidas tu salud y la de tu amante. Tienes sexo seguro y responsable.
2. Proteges ante todo la identidad y buen nombre de tu compañera(o).
3. Tienes la libertad de cancelar una cita sin previo aviso, sin preguntas ni reclamos.
4. Tienes en todo momento la libertad y derecho de terminar esa relación sin explicación de por medio.
5. No involucras a terceros.
6. No involucras sentimientos, emociones ni aspectos de su vida personal ni profesional.
7. Los amantes acuerdan y respetan el modo en que disfrutarán de sexo.
8. Procuras respetar el lugar y la hora de los encuentros. Es de buena educación ser puntual.
9. No preguntas sobre asuntos que en realidad no quieres saber.
10. Respetas el cuerpo del otro.

viernes, 12 de enero de 2018

La tristeza de Artemio



Artemio tenía una amante que vivía también en Silao y con quien duró tres años. Un día ella le informó que dejaría de verlo puesto que estaba comprometida en matrimonio. Artemio quiso saber el nombre del futuro cónyuge. Martín Torres —dijo ella—, el de la ferretería. Entonces Artemio sintió tristeza por Martín, quien era un hombre bueno.

martes, 2 de enero de 2018

Se me cuida bien




Desde que era muy pequeño sentí fascinación por los efectos del lenguaje. Estoy describiendo un recuerdo con los ojos de adulto, pues claro está que a mis cinco años no tenía el concepto de fascinación ni de lenguaje.
Recuerdo que quedaba impresionado por la forma en que mi papá contaba chistes, anécdotas, situaciones cotidianas y la forma en que en mi mente se formaban imágenes, incluso emociones muy vívidas.
Veinte años después tomaba la clase de Análisis del Discurso que impartía mi maestra Lidia Rodríguez Alfano. Ella, en un apartado relacionado con la sociolingüística, nos mostró cómo hay acciones que se realizan al momento que se actualiza (¿ejerce, nos habita?) el lenguaje. Prometer, jurar, bendecir, entre otros, son actos que sólo se llevan a cabo al momento de pronunciar determinadas palabras, y siempre en presente y por lo general en primera persona. Ahí fue cuando me quedó claro lo que ya había empezado a entender con S.I. Hayakawa*: lenguaje y acción humana van de la mano y se modifican mutuamente.
Pero el lenguaje es engañoso. Se parece a una persona que no rompe un plato pero que puede producir los deseos más virulentos, apasionados y enfermos. O bien, mover a las acciones más sublimes, elevadas y generosas. El lenguaje es todo menos natural.
Pienso continuamente en los vericuetos del lenguaje, que para mí es una forma de comportamiento social y sólo engañosamente, falsamente individual. Reflexiono en la forma en que adoptamos comportamientos, es decir, expresiones, creyendo que somos cada uno quien se expresa, pero más bien reproducimos patrones, formas de pensamiento. Lo cual no es condenable de ningún modo, sólo que me parece un autoengaño creernos dueños de algo que en realidad es propiedad colectiva.
No deja de rechinarme un poco el oído cuando escucho en la expresión "Diosito me la bendiga"** cierto machismo embozado, un poder disfrazado de cariño, una distancia no horizontal entre el hablante que se coloca a una venerable distancia, y el receptor. Lo mismo con las expresiones al estilo "te me tapas bien" y "se me cuida bien", etcétera.
No hay duda que el lenguaje tiene la capacidad de situar al hablante y al oyente en un lugar simbólico que puede llegar a ser agresivo sin mostrarse así. Las sutilezas son tan importantes como el "mensaje principal", y sólo cuando revisamos qué formas de lenguaje asumimos como válidas nos damos cuenta un poco más de las ideas que hemos adoptado, pues todo lo que nuestra cabeza se ha apropiado ha entrado por medio del lenguaje. Y se los pongo por escrito.





*El libro El lenguaje en el pensamiento y en la acción (1938) me voló la cabeza cuando lo leí en 1992, por su enfoque semántico y su llamado a la cooperación humana, en un momento en que el fantasma de la guerra amenazaba no sólo Europa sino el mundo entero. Hayakawa fue un lingüísta norteamericano que explicó en este ensayo, de una manera muy didáctica, las funciones del lenguaje y la forma en que impacta en el pensamiento y la percepción de la realidad.

**Para mayor análisis revisa los pronombres de objeto directo.