El arte no debe estar supeditado a un discurso social, según opinión de los defensores del arte por el arte. En mi opinión el arte puede ocuparse de un problema que aqueja a una sociedad y no por ello disminuirá su valor.
“El
Guernica” en el contexto de la Guerra Civil española (1936—1939) no habría sido
creada sin el ataque aéreo hecho por alemanes e italianos a la población civil
española en abril de 1937.
Con el
tiempo, el cuadro en el que no aparece ningún avión militar, se ha convertido
en un símbolo del sufrimiento del que es capaz de infligir la guerra.
Está
también el caso de la exposición Abu Gharib, que el escultor colombiano
Fernando Botero creó en reacción al trato vejatorio que soldados
norteamericanos sometieron a presuntos terroristas iraquíes, abusos que se
dieron a conocer en abril del 2004.
“Esta
exposición se ha hecho en seis o siete sitios, y sigue siendo un acto de
protesta mío contra un hecho que considero inaceptable como es la tortura”, me
comentó Botero en entrevista en el 2006. Ese trabajo de 41 óleos y 39 dibujos,
en palabras del colombiano “es el resultado de la ira: Mientras más leía sobre este asunto, más motivado me sentía a hacer algo, y durante 14 meses me dediqué
exclusivamente a esto”.
Si te quiero es porque sos
Otro
creador difícil de separar de su contexto social es Mario Benedetti. Buena
parte de la obra de este célebre uruguayo parte de una postura militante y una
crítica social. En muchas de sus obras está presente, como fondo o como
elemento central, el efecto de los regímenes dictatoriales a los que fueron
sometidos números países latinoamericanos.
Uruguay
entre 1973 y 1985; Argentina entre 1976 y 1983 y la huella de la dictadura en
Colombia entre 1953 y 1957 son algunos de los periodos que influyeron en el
Cono Sur e inevitablemente habrían de tener su reflejo en el ámbito del arte.
Hay hechos
que levantan ámpula, controversia y en muchos casos la percepción de abuso e
impunidad. La desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal de
Ayotzinapa hace casi tres años provocó un revuelo que llegó incluso ante la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Y mientras
se siguen dirimiendo responsabilidades, el pasado 30 de junio se publicó la
convocatoria de un certamen internacional de poesía titulado “Ayotzinapa a tres
años. Poesía, verdad y justicia” (Bases en http://bit.ly/2sLYzfK).
El primer
premio del concurso es un grabado original con valor de 15 mil 300 pesos del
artista Francisco Toledo. El segundo y tercer lugar se harán acreedores a vales
de libros con valor de 3 mil 500 y 2 mil 500 pesos respectivamente.
El
participante interesado, que podrá ser de cualquier lugar del mundo, deberá
escribir y enviar un poema de un máximo de dos cuartillas con el tema en
cuestión.
Ayotzinapa
es un tema fresco y complicado. Es una herida abierta para muchos mientras que otros
desacreditan las bases de este movimiento. De todos modos la convocatoria a un
certamen internacional de poesía es una prueba más de que el arte puede ser un
vehículo para reflejar el dolor humano, venga o no de un régimen tan debilitado
como lo es nuestra frágil democracia.
El autor es
editor de sueños
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