domingo, 29 de enero de 2017

Necesidad de viaje




Hoy tengo la necesidad de emprender un viaje. No uno hacia una ciudad, aunque esto también me serviría, sino uno que se detenga en el silencio de la mente y en el silencio del corazón. 
Sucede que antes ambos estaban unidos por un cable, pero la brisa del mar lo ha roto.
Y yo creo que esa misma brisa se me subió a la cabeza porque a veces se me empaña la vista. No digo que la pase mal, pero me llegó un nivel de cansancio emocional, de hastío. Es tenue pero constante.

Requiero la sintonía, que concuerde mente, corazón y sangre. Es como la música. La música me pone en onda, me nivela, me da una especie de equilibrio. ¿Dije música? Quise decir bailar; tengo tiempo de no hacerlo, vaya, sí bailo, en mi casa pongo música seguido, y practico y me vuelco yo solo como desquiciado feliz. Pero lo importante es el silencio interior.

Otra es la literatura. Acabo de leer la obra de teatro Testosterona, de Sabina Berman. Esta mujer entiende de qué va el asunto de género y me encanta. Creo que a más de uno nos desnuda y diciendo: "Te ves ridículo, eres ridículo, hombrecito, cuando haces tal cosa, ridículo y patético en tu arrogancia y especialmente en tu egoísmo, pero no me voy a ensañar contigo, sólo mírate al espejo para que te dé vergüenza, luego vete a tu casa". Y hace todo esto de una manera entretenida. Creo yo que hasta pedagógica.

Escribir me orienta. Es profundamente catártico, pero en ocasiones quiero obtener algo más hecho. Mis obsesiones más profundas estarán ahí.

Es parte del viaje.

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