martes, 3 de enero de 2017

Gestión de relaciones


Suelo pensar en el sexo y en el deseo como una fuerza secreta y poderosa. También pienso en lo cercano o distante que pueden estar ambos del amor.
Es secreta porque la gente no dice tengo hambre, tengo sueño, tengo sexo. En lo de poderosa creo que la mayoría podemos estar de acuerdo.
Especialmente las no solitarias, las prácticas sexuales a veces son conflictivas.
He notado que hay ciertas formas de ejercerlas, y cada una conlleva sus propias reglas.

La relación formal. Generalmente es monógama y suele estar unida a un compromiso amoroso y con un deseo explícito de que sea indefinidamente duradero. Este tipo de relación suele tener implicaciones legales (patrimoniales, filiales, etc.) y vínculos sociales con el entorno de la pareja. Es la más planificada de todas y es la socialmente más aceptada. Es la del sexo legal.

Los amigos con derechos o amigovios
Es un híbrido entre amantes y amigos. A veces funciona por el vínculo de confianza.

Los amantes. La primera regla es no involucrarse emocional o sentimentalmente y no hacer preguntas personales más allá de lo estrictamente necesario para que el sexo sea satisfactorio, se preserve la salud y sea respetuoso.


***
En el entorno en el que crecí no se hablaba casi de sexo, excepto en ciertas pláticas llenas de secreto y de morbo con los niños de la escuela, que a su vez escucharon información yo creo que de los hermanos mayores.

Todo ese discurso del sexo y el deseo juvenil, implicaba en buena medida la noción nada clara pero latente de que el sexo era algo que ejercían los varones.
A los 13 años un amigo de mi edad me dijo que las mujeres podían masturbarse y que de hecho más de la mitad lo hacían. Yo no podía creer, primero, que físicamente lo pudieran hacer (¡cómo!¡no tienen miembro!) y segundo, que sintieran deseo de procurarse placer.

Conforme fui creciendo, cualquier alusión sexual emitida por una mujer estaba en un contexto romántico, amoroso, de pareja.

Cuando estaba en la secundaria había una alumna que recuerdo bien. No estaba en mi grupo. Era robusta, usaba fleco con el pelo como de cazuelita, de su rostro redondo sobresalían un poco sus cachetes. Era de tez ligeramente clara y su piel no parecía delgada. Sus dos características más memorables es que decía maldiciones incluyendo la palabra verga y culero, y que dejaba que los otros estudiantes tocaran su cuerpo, específicamente sus pechos y su trasero. No era que los pusiera en fila, sino que en algún momento ella habría usado un lenguaje sexual (alguien de su salón me dijo que estando sin maestro, medio en broma ella le había dicho a tres o cuatro muchachos en grupo que se la sacaran para ver quién la tenía más grande. Pienso que de ahí fue escalando todo). Nunca la toqué, incluso me ponía nervioso verla de lejos. Me excitaba la idea de hacerlo, pero no fui capaz nunca siquiera de cruzar palabra con ella.

De dos casos parecidos más supe, y en los tres las muchachas de entre 13 y 14 años y con el cuerpo algo desarrollado, asumían el jugueteo como algo no prohibido y no secreto, a veces como entretenido, como si les divirtiera ver alborotado al personal y después irse para que ser alcanzada y ella, con una juguetona resistencia, ser tocada por encima de la ropa. Todo esto en la calle.

En el barrio, en la secundaria, allá por los primeros ochenta, el nombre de estas chicas (una de ellas se llamaba Cristina) estaban unidos a una sonrisa pícara que apuntaba a cierta reputación. Latente estaba, y creo no equivocarme, que si alguno hubiera expresado la idea de querer pretenderla como novia, habría dicho algo así como un chiste.

Mi razonamiento se completó de la siguiente manera:
1) Ninguna mujer aceptará que de entrada se le hable de sexo y cuando se toque, siempre será dentro de un contexto romántico o amoroso.

2) Si osas tocar demasiado pronto el tema del sexo, implícitamente le estás mandando el mensaje que su forma de conducirse es (como el comportamiento de Cristina) de quien podría decir sí, a alguien a quien apenas conocen. Una chica fácil, para decirlo de forma amable, lo cual para muchos era como una fiesta.

Todo eso que me formé yo en mi cabeza es una pendejada, después de años lo vi. ("Fuimos educados para una sociedad que ya no existe"). De muchos años, quiero decir. Aquí es donde pueden aplaudir... Me pueden gritar que fui un ingenuo que no conocía el mundo (a mí, que creía conocer algo serio de ese mundo, pues ni madres). Pero eso no grave comparado con lo otro; el problema vino con sentir que para pretender sexo, la única vía posible fuera una relación de pareja formal. Eso me acaba de quedar claro después de una revisión de años y de descubrir otra parte del mundo, aquí siento vergüenza.

Hace poco, un amigo de Monterrey me platicó de una chica de 21 años, que el asunto de la pareja como que no se le daba, con dos relaciones al parecer no habían prosperado, como si tuviera dificultad para la modalidad de pareja. Según me explicaron era muy seria. Quién sabe si le preocupara realmente el tema del amor y la pareja etcétera, lo que sí me asombró fue enterarme de que ella se manejaba con mucha naturalidad y honestidad en relaciones de amantes. 

Aquí es cuando pienso que la edad no es importante ni para la madurez ni para ejercer ningún tipo de derechos.
Cada quien debe elegir la modalidad que más le acomode, siempre y cuando lo haga de una manera honesta. Hacerlo así evita problemas innecesarios.

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