miércoles, 19 de octubre de 2016

El término "inteligente"

El adjetivo inteligente es un calificativo políticamente correcto, pero basta un repaso sobre su uso para distinguir a quiénes mayoritariamente se aplica.

En buena cantidad de casos es un reconocimiento con aire de concesión. La postura dominante, esa que proviene del patriarcado y que pone como punto de referencia al adulto varón, heterosexual, blanco, otorga ese reconocimiento al personas que aparecen como el "otro", niños, mujeres, personas con alguna discapacidad mental, incluso aplicamos con frecuencia el adjetivo inteligente a ciertas mascotas que así no lo parecen.

Cuando en una narración escrita, hay una voz de la que no sabemos nada, asumiremos por descarte que se trata de ser del género masculino de edad adulta. Porque en nuestra cultura, se tendría que señalar si se trata de una mujer, un niño, una anciana, si no hay indicio de nada de esto, asumimos que es un varón el que habla.

En lo que he observado, 80 por ciento del calificativo inteligente se refiere a una mujer o a un menor de edad, como una cualidad adicional que habría que otorgar y reconocer, pero que no se da por sentado. Además, como decía, es políticamente correcto mencionarlo.

¿Y qué a los varones no se les llama inteligentes? La respuesta es no. Es que no es necesario. En el sistema masculino eso no "rifa", como dicen los jóvenes. En el mundo de varones se trabaja con "credenciales masculinas", que es donde se imprime buena parte de nuestra identidad.

¿Qué es eso de "credenciales masculinas"? En pocas palabras, ser lo que hacemos. Ocupar un lugar social en función de nuestra profesión, oficio o algún logro público. Pedro, Juan o Luis no son tan importantes como lo son el Director, el Coordinador, el Gerente, el Inversor, el Diseñador, el Empresario, el Presidente, el Periodista, el Alcalde.

Y dentro de esta lógica general el adjetivo no tiene demasiada relevancia. Sí la tiene en el desempeño directo y cotidiado, pero hablamos del calificativo inteligente en términos sociales.

Socialmente el varón tiene tantas prestaciones, que calificarlo como inteligente (o lo contrario) no altera en nada sus beneficios,


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