sábado, 13 de agosto de 2016

El acoso es el acoso



El acoso es el acoso. Es una práctica muy común ejercida en su enorme mayoría por los hombres hacia las mujeres.
Al respecto no podría decir mucho como víctima de acoso, pues las veces que una mujer me ha acosado son prácticamente nulas; en todo caso ha sido tan pero tan tenue, que llamar a eso acoso es una burla para quienes en verdad lo sufren de forma más cotidiana.
Dos aspectos me llaman la atención en esa actitud acosadora de los varones. Primero la sensación de impunidad y segundo, esto por parte de ellas, la falta de conciencia de límites.
Sobre la impunidad no tengo gran cosa que aportar. Si no hubiera sentido de impunidad, el acoso sería mínimo o no existiría; sin la complicidad institucional y de género el acoso se extingue.

Sobre lo segundo, veo una actitud más sutil.
Hace tiempo, una conocida cuando hablábamos informalmente del tema del acoso laboral, mencionó a especialmente a dos hombres (el uno y el dos) de quienes había sufrido molestias. El primero ya no trabaja en la empresa con ella, el segundo sí. Decía que en una charla que este segundo varón, a quien llamaré Pedro, también era acosador (incluso él lo escuchó, pero no le dio importancia). Como yo conozco a Pedro, sé que en privado ha hecho comentarios acerca del aspecto de sus compañeras, expresiones asociadas a sus apetitos por ciertos cuerpos femeninos que ambos conocemos. A veces también lo ha hecho en grupo. Yo no le contesto nada, sólo lo escucho. Lo escucho y pienso en los comentarios que alguna vez yo he hecho y mi complicidad "neutra" ante ese tipo de violencia. Pero me estoy saliendo del tema.
A donde voy es que esa misma chica, que tiene claro lo acosador que es Pedro, diariamente pasa, lo saluda de abrazo y de beso y veo cómo a Pedro se le van los ojos.
Si yo me sintiera incómodo por una persona que me mira de una manera desagradable, ni me acercaría.
Una golondrina no hace verano; lo que hace ella no lo harán todas, claro está. Lo que pienso es en la incapacidad de poner límites, distancia ante lo que nos es nocivo. Sé que en muchísimos casos, los encuentros dentro del trabajo son ineludible.
Por ejemplo, como el acosador número uno mencionado arriba. Cuando él veía que la chica de la que hablo iba llegando, él se esperaba unos momentos en su carro, esperaba a que ella entrara primero, y luego entraba detrás de ella para lograr verle el trasero al subir las escaleras. Todo eso es incómodo y de algún modo ineludible (a menos que se confronte, se trate de desenmascarar, pero pocas tienen el temple, las herramientas o las ganas para ello).
¿Por qué no en todos los casos se sabe poner distancia incluso esa distancia se evita?¿Es por no parecer grosera?
No sé. El acoso no debería dar espacio a las dudas, me refiero, que siempre se debería rechazar, con actitudes, palabras, distancia, pero creo que no siempre se hace así. Tal vez haya otra parte que yo no sepa. Pero creo que deberíamos tener claro que el acoso es el acoso.








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