miércoles, 29 de junio de 2016

El deseo



El deseo es transparente, claro como el agua en un vaso. En estado puro, fluye.
Sin embargo, no se encuentra en estado puro; por regla general se mueve entreverado entre la maleza y tras los árboles de las normas sociales. La Cultura siempre ha querido domar al potro del deseo, pero a lo más que ha llegado es a ensillarlo. A amarrar sus patas a veces.
Un estudioso acuñó la expresión "sublimación o locura". Pues bien, sublimar es la tarea, y así todos derechitos. Aunque una flama se perciba al final del pasillo, y un aire suave nos llame sutilmente hacia la vida.

II

El deseo rara vez aparece en estado puro, pues así como hay elementos químicos cuyos atómos no pueden permanecer sin unirse a otros, como el caso del oxígeno o del cloro, en el caso del deseo se contamina con suma facilidad al introducir la noción de poder, de jerarquía, incluso de abuso.

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