martes, 28 de junio de 2016

A mí no me gusta el futbol


Por el "extraño" interés que muestro en el futbol, me han tildado de aficionado de clóset. Diré en mi descargo que no me siento identificado con un espectáculo mediático que aparece, como los antiguos altavoces unidireccionales, en todas las pantallas del mundo, tampoco me identifico con los combates entre tribus bufando testosterona y defendiendo unos colores, unas banderas donde los empleados –los jugadores– ganan muy bien y quizá su fidelidad a la empresa no es mayor que la mía. Mi interés en el futbol no es de ese tipo. No tiene que ver mucho con colores sino con la física, tiene que ver con la forma en que un jugador muy preparado tiene la inspiración de adelantarse a la película, pegarle al balón y saber que será gol antes de tocar la bola, tiene que ver con el arte de la estrategia, el juego en equipo y pensar con los pies. Obviamente platicaría mejor con un Platini, un Jorge Valdano, que con un Jorge Campos o un Hugo Sánchez.Los colores no me interesan demasiado, eso es parte del negocio, en cambio en un gol como el de Hugo al Logroño en junio del 88, o el segundo de Maradona a los ingleses en el 86 –uno de los golpes con más carga política en toda la historia del futbol–, o los mejores de Cristiano Ronaldo –un asesino a sueldo en la cancha– o el Messi que corre como hace un perro tras el juguete –para citar a Casciari–, ahí hay poesía señores, y la poesía no está sujeta a los embriagadores besos del capital.

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