Jaime Rodríguez
Calderón supo capitalizar el descontento, el hartazgo de los
nuevoleoneses y a acercarse a la gente como pocas, muy pocas veces se
ha visto en un político. Se bajó del caballo y ha buscado cambiar
la forma de gobierno. Muchos creemos que con sinceridad.
Las personas que
valen la pena necesariamente inspiran. El gobernador electo ha sabido
vender una imagen de valiente; sin embargo, habría logrado poco sin
el manejo eficaz de un mercadólogo tan experimentado –y tan poco
ortodoxo como él– como Memo Rentería. Sin el mexicalense su
campaña, su proyecto, habría tenido un alcance muy discreto.
Pienso que el
principal valor que hasta el momento se puede percibir de Rodríguez
Calderón es el rescate de la primacía de la ética dentro de la
función pública. Eso está de no creerse. Y creo que a la vez eso
es lo que seduce.
Tal vez no logre el
100 por ciento de sus propósitos, pero en su propia lógica eso no
sería tan grave como el hecho de que defraudara la confianza de la
cantidad votantes que creyeron en él. En números redondos
significaría un millón 20 mil derrotas.
Quiero pensar que
será coherente, ese será su gran reto.
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