sábado, 19 de septiembre de 2015

Así somos los de Monterrey

Una persona que cree conocerme me dijo ayer: "Eres muy aburrido, ¿Siempre planeas todo?". Lo que esa persona no sabe es que en una familia de tres integrantes, el único adulto es el que debe traer el pan a la casa. Si no planeara —que además es una exigencia laboral—, no podría darle frente a las 10 horas de clase a la semana que imparto en tres universidades distintas fuera de mi trabajo de ocho horas del periódico —cuyo único día de descanso siempre es entre semana. Si no planeara no podría tener comida hecha o comprada para mis chamacos ni tener cabeza para revisar tareas. En resumen, se me haría bolas el engrudo con las 65 horas a la semana que me exigen las actividades productivas... Y de sueño ni se diga. Si duermo menos de ocho horas empiezo a murmurar en la tabla del nueve justo a las 3 de la tarde, antes de la junta editorial. Sin planeación, estaría fuera de toda actividad productiva. Por ello, ayer cuando me espetaron que era yo muy aburrido, estuve a punto de contestar, sí, así somos los de Monterrey, muy aburridos. Porque los de Monterrey etcétera, etcétera. Pero no. Sólo quería irme a dormir unas horas.

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