lunes, 24 de agosto de 2015

Instrucciones para estar con su pareja en la playa y volver a salvo a la ciudad


Déjese llevar por ella, pero haga como que usted la lleva. A una playa en donde haya algunas rocas. Mírela a los ojos mientras piense que esto es lo último que hará en la vida. Sentirá unas manos como peces y las anguilas de sus brazos la rodearán a ella con una leve descarga. Llegue a su cintura como a una isla desierta, pero no piense en nada (es muy importante este punto). Cierre los ojos y deje que su boca lo guíe. No hable si no es necesario. Cuando vea que el mar se detiene, sumérjase y explore el cuerpo con las manos, con los brazos, especialmente con los labios (no olvide salir a tomar aire de vez en vez).

Cuando esté convencido que da lo mismo caminar mar adentro que salir del agua, flotará. Y aquí inicia la parte interesante. No intente nada, y especialmente no tenga miedo. Usted será un grano de arena dispuesto a todo, y estará repleto de ella. No de su cuerpo, sino de ella. La playa, el mar, todo será ella (no es necesario entender, si ha hecho hasta aquí, va por buen camino).

Escuche cómo el mar habla. Si puede intentar escuchar por la nariz mucho mejor. Procure no sobreoxigenarse (algunos se desmayan, y terminan sacándolos como salvavidas desinflados). Siéntase completamente libre de cantar la estrofa que más le ha gustado y repítala como un mantra. Y entonces dese por muerto. Literalmente. Ésa es la única manera, en este punto, de estar.

Recuerde ese momento por el resto de su vida como aquella única película que lo ha hecho llorar de gusto.

yadivia@hotmail.com
Monterrey, N. L. 2004

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