lunes, 17 de agosto de 2015

Historia de un breve minuto


Un minuto puede ir en la solapa de algún saco, colgado como un dije de tal forma que la parte superior vaya bien sujeta a la solapa y el resto de su angosta longitud cuelgue libremente.

Ya que no todos los minutos son del mismo tamaño, es posible encontrar minutos particularmente grandes. Por cierto, se supo de uno que casi parecía una hora, y que fue encontrado afuera de una hacienda abandonada, con tres orificios de bala junto a los restos de un hombre como de unos 35 años. Dicen, los que saben la historia, que el hombre fue fusilado, y que bajo su camisa llevaba, sobre el vientre, su último minuto de vida. Debió ser enorme porque el hombre en lugar de doblarse hacia atrás por el impacto de 15 rifles, cayó primero de rodillas y luego se fue de bruces abrazando el enorme bulto que le habían reventado en las entrañas.

Un caso todavía más curioso es el de un minuto descubierto incrustado en un meteorito de 5.8 kilogramos de peso, caído hará unos dos años. Al ser analizado se descubrió que era un minuto de aproximadamente diez mil años de edad desprendido de algún cometa errante.
Cuando se realizó su estereotomía —así decía el informe— en un simulador, se descubrió en él una estructura cúbica por demás extraña; era una estructura cristalográfica insólita, incluso hasta artística pues le científico que lo observó por primera vez con una lente, el Dr. Ernest Berner, murmuró para sí: “Vaya, vaya, vaya, este minuto no le sirve a la humanidad más que para pieza de museo; nunca había visto un Picasso que bajara del cielo”.

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