domingo, 26 de abril de 2015

Pasión por la destreza

A los hombres nos gusta la destreza, la adoramos, es una de nuestras grandes debilidades.
Nos gusta presumirla y reconocerla en otros.
Además, a esta obsesión se le suma otra, que es nuestro frenesí por juzgar por medios cuantificables.

Uno de los ejemplos más claros de esto lo encontramos en los deportes. ¿Han visto el entusiasmo con el que los conocedores del beisbol enuncian al pelotero que logra la hazaña de registrar un promedio de bateo superior al .400?¿Han observado la gloria con la que se cubren los campeones goleadores de los torneos de futbol?
Las listas con los deportistas que más dinero ganan está en la charla de mesas masculinas, lo mismo con las marcas de velocidad o de ingresos.
Hace poco leí una entrevista con Carlos Slim en donde, medio en broma, el magnate decía que estas revistas con resultados financieros –me imagino que muchas de sus empresas aparecen ahí– son para él el equivalente de una revista Playboy para muchos otros.

Todo está relacionado con el desempeño.

Destreza no sólo con el desempeño físico, sino con la capacidad de obtener diversos logros, como por ejemplo académicos o resolver con eficacia problemas. La destreza para un mejor desempeño que nos lleve a obtener mejores logros. Igual que los antiguos cazadores.


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