martes, 28 de abril de 2015

Genaro Saúl Reyes Calderón

Estudiaba la carrera de Ingeniería, pero durante esos primeros semestres mi tiempo "libre" lo dedicaba por completo a dos asuntos: 1) Actividades religiosas 2) Y a asistir de oyente a la Facultad de Filosofía y Letras. De aquellos años descubrí dos cosas en mi vida: que no serviría nunca para dedicarme a la vida consagrada, y que quería dedicarme a escribir. Mi última actividad religiosa fue un hecho muy consciente: se trató de la misa de 6 el viernes 2 de octubre de 1992 en la ciudad de Aguascalientes, una misa que duró por cierto no más de 25 minutos, algo no muy común en aquellos años (ignoro si eso sucede ahora).
En la Facultad de Filosofía, como oyente desde 1990 hasta 1992, conocí muy bien el ambiente y a algunos maestros. Sólo asistí oficialmente como alumno a partir del lunes 8 de febrero de 1993. Para entonces tenía varios años de asistir a talleres literarios y un par de años antes el periódico El Norte me había publicado mi primer poema, "Fantasma", en la sección "De los talleres" (aparecerían más en esa sección por los siguientes dos años). Varios de mis maestros en la Facultad (de Filosofía, no de Ingeniería, de donde no recuerdo casi a nadie) fueron muy importantes para mi vida posterior, no sólo en lo relacionado con lo académico (que creo que nunca fue una prioridad mía).
En primer semestre inscrito gané un par de concursos literarios en la FFyL y seguí en el Taller de la UR, en donde estuve por más de dos años (de 1992 a 1994).
La parte esencial de mis clases de oyente y la persona que me hizo amar la facultad y en general el conocimiento, fue mi maestro Genaro Saúl Reyes Calderón, quien por muchos años fue además el coordinador de la carrera de Letras Españolas. Era alguien que lo mismo impartía Griego que Semiótica (vamos, podía entrar al quite en la mayoría de las materias, incluso si no me equivoco, él era uno de los que habían diseñado el programa).
Si me pidieran señalar dos aspectos esenciales suyos diría que su erudición y su ética. Ambas. Recuerdo que los primeros meses en los que iba a su cubículo (la neta no salía de ahí) llegué preguntándole por el año de nacimiento de Rafael Alberti. "–Mil novecientos dos," me contestó sin levantar la vista de sus papeles. Genaro sabía de memoria no sólo el nombre de los ochenta y cuatro alumnos de Letras (o los que fueran, cada semestre), sino que también, como especialista y amante del cine mexicano, podía mirarme un momento y decirme por ejemplo "pusiste un semblante como el de fulano actor en la película tal o cual".
Otra de las características fundamentales es que es un extraordinario maestro. ¿Qué quiero decir con  esto? Que es alguien que no se limita a preparar, impartir su clase e irse, no. Sabe bien en qué anda cada alumno, a quién le puede exigir más, quién anda perdido, en quién pude poner mayores responsabilidades, en una palabra, sabe quién es quién, y lo asume con suma discreción.
Es una persona con un alto sentido ético porque no ha perdido su independencia, y por muchas cosas más que me constan, y que me queda claro que otra persona menos ética en su lugar habría aprovechado su posición para un beneficio personal. Es alguien que sabe muy bien que demasiada cercanía con la Institución termina comprometiéndote. O salpicándote. O amordazándote.
Quizá el espaldarazo más significativo, o uno de los más importantes para mí fue que asistió a mi primera lectura pública de poesía, una que hicimos Daniel y yo en la sala Cervantes.
Genaro, para mi sorpresa, fue.
Hoy lo recuerdo porque es su cumpleaños, (bueno, es hasta mañana 29 de abril pero me gusta empezar las fiestas temprano).

La foto de abajo corresponde a la lectura que menciono y en cuyo reverso él escribió: “Gerardo: un primer evento público siempre es un primer gran paso; me ha dado mucho gusto compartir contigo este primer paso y espero, o más bien, estoy seguro, habrá muchísimos más”. Genaro. 14 de agosto de 1993.

Muchas gracias, Genaro.

5 comentarios:

  1. ¡El maestro estaba más flaco! Ver para creer...
    De acuerdo en lo de "...me hizo amar la facultad y en general el conocimiento..."; eso hizo con muchos de nosotros.

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  2. ¡El maestro ha estado más flaco! Ver para creer...
    De acuerdo en "...me hizo amar la facultad y en general el conocimiento..."; eso hizo con mucho de nosotros, aunque él lo niegue.

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  3. Hola, Jesús. Sí, ahora está un poco "gordito" a como estaba antes. Genaro ha sido ejemplar para mí. Te agradezco mucho que te tomes el trabajo de dejar un comentario aquí. ¡Saludos!

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  4. Ni le digas que está "un poco gordito", ya ves como es de vanidoso jajaja. Saludos

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  5. Jaja, claro claro, no está gordo, simplemente dejó de estar flaquito flaquito.

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