martes, 7 de abril de 2015

Cómo vender una necesidad a personas enojadas

El título viene a cuento en relación con las próximas elecciones y el trabajo de promoción del voto por parte del Instituto Nacional Electoral.
Reconozco el papel de autoridad y necesario árbitro para organizar y vigilar las elecciones federales de nuestro país, pues no sólo es necesario que las elecciones sean lo más limpias, equitativas y transparentes posible, parámetros que no dudo hayan ido en mejoría gracias a reformas y otros concienzudos ajustes legales, todos ellos consensuados por ciudadanos, partidos y funcionarios de probada calidad. Eso no lo pongo en duda.
La enorme debilidad del sistema electoral tiene que ver con que no ha sabido venderse adecuadamente, no ha sabido llegar a los ciudadanos con una campaña realmente exitosa.
Ayer mi querido Enhoc Santoyo, una persona que aprecio entre otras cosas por su honestidad, publicó en su columna la idea de que salir a votar es la vía necesaria para decidir un cambio en el sistema de gobierno. Dice:

"Los cambios no son inmediatos, son graduales, y hay coyunturas que permiten que se aceleren, pero en otros momentos habrá retrocesos. La transición a la democracia ha sido muy lenta en México, pero la culpa no la tiene nuestro sistema de electoral, porque sólo es un instrumento para integrar los órganos de gobierno. El fraude no ocurre el día de la jornada electoral".

No tengo ninguna duda acerca de su profundo conocimiento del tema, pues se desempeñó muchos años como consejero electoral en el entonces IFE, en Baja California. Sabe y cree en lo que dice.

Mi pregunta es otra: ¿Cómo vencer el desencanto frente a las elecciones si los resultados son cada vez peores, los candidatos son de lo peor y no se ha percibido un cambio a partir de una elección?
Mi respuesta tiene que ver con la mercadotecnia, en el mejor de los sentidos.

El ejemplo que tengo es sencillo y claro como el agua. Durante la mayor parte de mi vida viví en Monterrey, una ciudad que en los setenta presentía un inminente desabasto de agua. Un día se construyó una presa y el problema se amortiguó. En todos los casos, siempre tomamos agua de la llave, porque es potable. Y hasta la fecha, no recuerdo otra ciudad en donde se pueda beber agua de la red pública. Seguramente hay, pero yo no conozco, y eso que he estado en más de una decena de ciudades en México.
Una día a una empresa se le ocurrió ¡vender agua! Háganme el chingao favor. ¡Cómo que vender agua! Si el agua es un producto gratuito. Pues sí, señores, se vende agua embotellada. No me refiero a los garrafones de 20 litros rellenables, que en muchas ciudades son imprescindibles, ¡sino a comprar agua embotellada! El colmo es una de las marcas, me parece que se llama Evian, que vende agua, pero además, cara.
Entonces, pensé yo, una campaña puede hacer que la gente compre hasta agua... sabiéndola vender, claro.
Entonces una buena campaña publicitaria, una realmente original, una que no he visto hasta la fecha, puede hacer que la gente se decida a sentir que tiene una necesidad y un deseo de participar en los procesos electorales.
Un profundo análisis puede hacernos ver quiénes se benefician (¿ciudadanos y partidos politicos?) y de qué forma con las elecciones, pero de entrada esto de participar en las elecciones no son interesantes simplemente porque no se han sabido vender. Y el desempeño de los gobernantes no ayuda en nada.


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