sábado, 3 de enero de 2015

La errata

Pasa uno, pasan dos, y luego pasan tres soldados de la Guardia Pretoriana, y la errata se agazapa tras la sombra de una columna. Respira en silencio, a veces se oculta por semanas, y cuando las fiestas han terminado, de su túnica negra extrae una sica que hunde en el asesor ante la vista de todos.

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