miércoles, 3 de diciembre de 2014

El villano de la película

Cuando estaba en la prepa mi maestro favorito era el de TLL, José Arturo Torres Tobías. Lo recuerdo con mucho afecto. No sólo porque su personalidad y la forma en que contaba algunos episodios de, por ejemplo La Ilíada, hacían sus clases muy amenas, sino porque fue al primer adulto a quien le mostré un relato mío. "Trae algunos detalles, pero la idea básicamente funciona", me contestó días después de leer aquellas cinco hojas escritas a mano. El cuento ese no servía; no servían ni tres frases juntas. Pero mi maestro se lo estaba diciendo a un huerquete de 16 años que era yo, y sentí como si el dedo de Dios tocara mi frente devota. Andaba bien perdido, pero me fui encontrando. 

Creo que ese comentario fue decisivo para entrar a los talleres literarios a los 18 años. Pues bien, me acuerdo de mi maestro ahora que imparto una clase similar, TLR. Sólo que aquí soy el villano, aquel que tiene que partir el queso, a veces cortar cabezas. Aquel que no es tan simpático como mi maestro. 

Sin embargo, por fortuna en muchos alumnos noto sí, un cambio de actitud en relación con su forma de expresarse por escrito. No seré ningún Arturo Torres, pero creo que sí hubo un cambio en sus puntos de vista, del mismo modo en que ellos me enseñaron a mí.

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