domingo, 31 de agosto de 2014

Burocracia de los boletines

Una parte de mi pan me lo gano de leer boletines. En general me gusta mucho mi trabajo, pero la parte de los boletines no tiene desperdicio. Se trata de textos escritos desde instituciones con más o menos loas al funcionario que parte plaza en aquella oficina y ligeramente informativos. Quienes le ponen nombre a un programa gubernamental y quienes elaboran los boletines ¿en serio creen que tendrán lectores ávidos de esa redacción hecha bajo un esquema soporífero?¿estarán obligados, como yo a leerlos, a redactar lo que se hace en la dependencia en cuestión? Pero ¿así de esa manera? Aún me sigo preguntando si después de leer el siguiente nombre de programa institucional, un lector que no esté drogado ni ebrio deseará seguir al siguiente párrafo.

Programa de Investigación, Saneamento y Planificación del Desarrollo Sustentable y Observacion de las Aguas del Río Caracolillo a su Paso por la Entidad y puntos aledaños a la Cuenca de San Pablo.

Librofest: de cómo nació esta fiesta del libro

ENSENADA. - Aunque se dice que los jóvenes prácticamente no leen, un centenar de estudiantes están trabajando para desafiar esa premisa. Este año piensan llenar un espacio de 120 metros cuadrados con libros usados para intercambiar durante el Librofest.


Para mayor agilidad han ideado una especie de vales llamados libropesos que a partir desde ahora y durante todo el evento cualquier interesado recibirá a cambio de los libros que done. Cada visitante podrá obtener algún título cuyo precio no será mayor a 50 libropesos. También aceptarán dinero en efectivo, pero el espíritu del evento es el intercambio, no el lucro.

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El Librofest que anualmente organizan los muchachos de Pluma Joven en Ensenada es producto de una fuerte iniciativa que suma voluntades, toca puertas y gestiona ante decenas de personas físicas y morales apoyos en forma de patrocinios. Pero también es producto de algunas casualidades.
Para la cuarta edición este 2014 que comienza el 18 de septiembre, se esperan unas 30 mil visitas y una cantidad similar de libros intercambiados. En la democracia radical de este evento sin fines de lucro (“Libros de todos, libros para todos”, es el lema) han trabajado más 120 muchachos, la mayoría promediando los 18 años, y todos sin recibir un pago por su trabajo (alguien tiene que detener eso).


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Un día de los primeros meses del 2011 en el vestíbulo del Cearte, se acercó un grupo de cinco o seis jóvenes de no más de 17 años a la mesa en que me encontraba, ofreciendo boletos a cinco pesos para una rifa entre amigos. El premio principal era un volumen engargolado con los trabajos literarios que era la propia producción de los integrantes. La iniciativa me sorprendió, no por el premio, sino por la inocencia con la que se proponían difundir sus trabajos y por la fe que tenían en lo que hacían.
Desgraciadamente no me gané el premio principal de aquella rifa, pero tuve oportunidad de seguirlos leyendo. En ese club de amigos inicial que funcionó como escuela informal se han fogueado varias decenas de jóvenes de Ensenada.
A veces hago un recuento de lo que han crecido: Ya no rifan su obra en un volumen engargolado: ahora publican sus propios libros. Ya no son sólo un club de amigos entusiastas que piden apoyos de compas y familiares y que incluso botean en los cruceros: ahora son una asociación civil que ofrece recibos deducibles de impuestos. Ya no hacen rifas de cinco pesos el boleto, ahora arman de manera independiente, por citar este solo ejemplo, un evento cultural como el Librofest cuyo sola organización requiere más de 235 mil pesos (alguien tiene que detener eso).


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Siguen siendo un grupo organizado y con gran entusiasmo, han concretado eventos de singular importancia como el llamado Elige y el Encuentro Literario Generacional”, señala el poeta Lauro Acevedo.
En síntesis, mi opinión no cambia –subraya el también promotor cultural–, son un fenómeno, una rara excepción que ojalá permanezca en las siguientes generaciones”. — ¿Has visto algo parecido en Ensenada?, se le pregunta. “—No –responde–, nunca había existido un líder como Cristian [Vázquez, director de Pluma Joven], pues es el motor de todo esto; esos líderes se dan cada gran cantidad de tiempo”, establece.

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Para la edición 2012, ya con la idea de hacer un festival de promoción de libros de mayor alcance, Cristian Vázquez le solicitó a la diseñadora Carmen García elaborar la imagen del evento. El nombre propuesto era Festival el joven y el libro, pero a ella le pareció demasiado largo, por lo que propuso Librofest, nombre que fue aceptado por los jóvenes a partir de aquella edición.  

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En febrero de aquel mismo año Pluma Joven estaba formado en promedio por muchachos donde una parte aún –como lo es ahora– eran menores de edad. En esa época se reunían en el salón Forjadores y durante una de aquellas sesiones se propusieron hacer un intercambio interno de libros. En esa primera ocasión varios de los integrantes sustrajeron, como quien dice atracaron su propia casas despojándolas de algunos ejemplares que pusieron sobre la mesa. Y se repartieron el botín, mejor dicho, se lo intercambiaron. La regla era que dejaran dos y se llevaran uno. Funcionó.
A la siguiente sesión quisieron hacer lo mismo, pero esta vez el resultado fue nulo, es más: nadie asistió.  
Los causantes de avivar el fuego del entusiasmo en el grupo –ellos se suelen llamar “mesa directiva”– fueron Ilse McCarthy, Uriel Luviano, Max Zamarripa y Cristian Vázquez González.
Este último director general y encargado de organizar los esfuerzos, animar, escuchar excusas, y delegar parte de las responsabilidades de los equipos de trabajo, aunque él repite una y otra vez que las decisiones importantes se toman de manera colegiada, en conjunto.

Pero en aquel febrero del 2012 no eran tantos. Nadie acudió a la siguiente sesión para el intercambio de libros. Quizá las cosas habrían tomado otra ruta de no ser por una de las casualidades: Andrés Osuna, un amigo de Uriel Luviano, sabiendo de la convocatoria que se había hecho en redes sociales, envío una cargamento de más de 2 mil libros que les cayó de sorpresa. Se sacaron el tigre de la rifa. “Me acuerdo porque nos llegó de sorpresa –recuerda Cristian Vázquez aquel día–; llega una Van con un montón de cajas de libros. No hallábamos en dónde guardarlas, ahí empezó nuestra relación con el Injuvens porque no teníamos en dónde guardar tantos libros”.

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El riesgo de manejar de pronto muchas verduras, es que luego no se pase por alto alguna especie más o menos conocida. La tía abuela de Andrés Osuna, el muchacho de 20 años estudiante de Medicina en la UABC aquí en Ensenada que hizo la donación, se llamaba María del Pilar Elú Callado, y dejó, al morir en septiembre del 2006, una biblioteca de más de 2 mil volúmenes.

Fue matemática e impartió cátedra de la UNAM; su hermana María del Carmen estuvo casada con Luis Leñero, hermano del escritor Vicente Leñero. Por este motivo en aquella biblioteca que fue a parar a manos del grupo Pluma Joven había algunos ejemplares (siete según Cristian, dos o tres según Andrés) dedicados por el autor de Los Albañiles. Osuna se comunicó días después porque quería rescatarlos, pero los muchachos de Pluma Joven no sabían bien a qué se refería. “Para nosotros era, ‘mira qué buena onda’, la señora tenía un familiar que escribía. Ahora nos da pena reconocerlo, pero ninguno de nosotros sabía quién era Vicente Leñero”, confiesa Cristian Vázquez.

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Esta edición del Librofest sería la más grande hasta el momento, señala Vázquez González, quien tampoco pasa por alto que en las semanas previas siguen abiertos a más patrocinadores. El éxito depende de ellos, menciona, y especialmente depende de las personas que lleven sus propios libros para intercambiar. Para cualquier duda, deja un número para que los interesados puedan tener más información: (646) 137-78-17.


TABLA
Evento: Librofest
Lugar: Plaza Cívica de la Patria
Fecha: del 18 al 21 de septiembre
Hora: 8:00 a 21:00 horas
Entrada: libre
Facebook: Libro Fest
Contacto para espacios: (646) 137-78-17.

sábado, 30 de agosto de 2014

Las dueñas de su cuerpo

El cuerpo de las mujeres no les pertenece, pertenece a la Cultura.

viernes, 29 de agosto de 2014

El pastel de chocolate

¿Y si ese exquisito pastel de chocolate que muchas ansían y se prohíben, no es más que la sublimación de un deseo sexual que no pueden expresar en términos explícitos?

Los hombres no tenemos pastel de chocolate. Los hombres tenemos, directamente (bendito Dios), el sexo.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Verónica (parte 1)


Conozco a un chica en el DF a quien llamaré Verónica casada con un artista. Él se dedica a producir y ella lleva las cuentas, incluyendo las cuentas del teléfono, las cuentas de Facebook –en donde él tiene un perfil– y de correo electrónico de él. Platicando un día con ella sobre esto de ver los correos de su marido, me comentó que los correos de las amistades únicas de él no los lee porque no le interesan –los conozco a todos, dice, algunos han venido a la casa, y la mayoría son gente ególatra, aburrida o ambas cosas– el resto de los mensajes son invitaciones a congresos y de instancias de Cultura de los estados.
Conozco a ese artista y además de que aprecio mucho su trabajo, siempre me ha dado la impresión de que vive en la luna.

martes, 26 de agosto de 2014

Julio: gracias...totales



Alrededor de la obra de Julio Cortázar han crecido muchas flores y enredaderas. 
No me considero cortazariólogo y ni siquiera he leído toda su obra completa, sin embargo noto que al argentino lo han hecho, y tal vez él mismo lo propició, una estrella de rock de la literatura. Algo así como el Ceratti que no está muerto del todo y al que se le sigue extrañando para que aparezca con su andar garboso y todo lo que de su persona se ha difundido. 

La obra de Cortázar es ideal para citarse y pasar por "culto", porque su nombre es lo suficientemente conocido fuera del mundillo de los lectores duros; cuenta con prestigio intelectual, tiene la dosis juguetona y humorística para hacerlo muy digerible y además tiene toda el aura de un escritor engimático y ensimismado, sin llegar a pasar por sangrón.
En mi juventud me impuse la lectura de Rayuela y por momentos me costó continuarla. Me parecía a veces confusa y revuelta. Como era casi lógico, aprenderse de memoria el capítulo 7 era un deber y también un juego. Luego descubrí, a ensayo y error, que ese capítulo tenía poderes hipnóticos para momentos cíclope, para parafrasear al mismo Cortázar. 

Entre otros no muchos más libros que he leído de él, el que más he gozado ha sido Historias de cronopios y de famas, muy lejos de la ingeniería literaria de Rayuela, una novela que puede servir para 500 cosas, pero que tal vez ya de tantos lectores que dicen encontra-/conocer-describir diferentes significados de esta obra ya no me termina de seducir. A tanto furor ha llegado que sé de varias personas que teniéndola bien clara, se apropian del sobre nombre de Maga. Tal vez si fuera una sola persona me sería indiferente. Rayuela es un lugar común. (Está bien que te lo tomes sin ninguna prisa, Omar Gutiérrez).
En cambio Historias es divertido; a mi juicio expresa guiños sin pretensiones, critica al mundo pero lo hace bailando y sonriendo. La primera parte es el autor divirtiéndose con el lenguaje, ensayando con algunos recortes cotidianos. Ese es el Corázar que más me gusta. 

Pienso, finalmente, que hacen bien, que hacemos bien quienes nos acercamos a un autor por mero gusto, pues solamente desde el disfrute se puede empezar a valorar a un autor y más tarde integrarlo a nosotros como acompañante, no para que hable por nosotros, sino para que nos explique en ocasiones lo que (nos) está pasando.

domingo, 24 de agosto de 2014

El negro se confiesa




Dentro del argot editorial, Negro es la persona que escribe por encargo y cuyo nombre no aparece en los créditos. Ha sido un oficio muy antiguo y en décadas recientes se incluye en este “gremio” a guionistas y “asesores” quienes ponen en papel las palabras que otro asumirá como propias.



No voy a justificarme, aunque sé que los que han vivido de escribir para otros, incluso por breve tiempo, tendrán sus propias razones, algunas válidas. Tampoco es algo de lo que me sienta especialmente orgulloso.

Ojalá que mi testimonio alerte contra el fraude curricular, y prevalezca siempre la honestidad al realizar cualquier trabajo académico, aunque como dice Gabriel Zaid,
“Nada garantiza que las precauciones funcionen, porque las credenciales pueden ser falsas. Peor aún: el proceso de avalar acaba distorsionando muchas cosas. La educación debería concentrarse en la educación, pero tiende a volverse un negocio credencialero. Los premios dejan de ser una fiesta que celebra lo mejor para convertirse en capital curricular”

Era estudiante de séptimo semestre de Letras Españolas, una carrera que ya no existe. Tenía dos años de casado y un bebé de cuatro meses. No es justificación, es sólo de contexto.

Buscando chamba encontré que necesitaban a alguien que supiera de redacción. Me presenté y firmé un contrato en donde decía que cedía mis derechos por el trabajo que entregara. El contrato era bastante específico.

El acuerdo incluía redactar 40 cuartillas en un turno de ocho horas, a 2.60 pesos por cuartilla, es decir, 104 pesos diarios. En mis condiciones, ganar 3 mil 120 pesos mensuales era poco, pero hacerlo por escribir tenía un significado especial –habla el aspirante a escritor–, y para ser sincero, en parte de ahí comimos los tres por varios meses.

El pequeño detalle, y fue algo en lo que pensé durante varios días y noche, era que el negocio para el que trabajaba se dedicaba a elaborar trabajos académicos sobre pedido, ensayos, tesis, reportes de lectura, cualquier tipo de trabajo escrito y para entregar.

Eso me dio bronca por días, no muchos, mas el hecho de ser apto para un trabajo así esponjaba mi vanidad. Toda esta idea de vivir de lo que escribes, etcétera, fue mucho tiempo antes de que un amigo me compartiera el término “escritores venales”, aquellos a los que se les paga por escribir. Entiendo que el término no es en mal plan, pero a mí me sigue sonando a acusación.

El negocio se dedicaba a elaborar trabajos académicos sobre pedido
Meses más tarde, cuando el dueño del negocio fue mencionado en un reportaje de investigación en la televisión local, escuché por primera vez la expresión “fraude académico”. Pero eso vino después.

El trabajo

Cuando un cliente llegaba, se le preguntaba de qué escuela o universidad venía, qué tipo de trabajo necesitaba y, muy importante, para cuándo requería el trabajo. Si se trataba de reportes de lectura, cinco, uno para cada miembro del equipo y todos distintos, y lo necesitaba para dentro de dos días, entonces se comenzaba a trabajar de inmediato.
Se llenaba una forma con datos preestablecidos, nombre, especificaciones, tiempo de entrega, etcétera. Eso sí, nunca se entregaba el trabajo si no estaba pagado.

Sé que era un encargo a veces penoso para quien lo ordenaba, porque implicaba que no quería o no podía hacerse cargo de la metodología, de investigar (aún no se usaba el internet, y el correo electrónico era una curiosidad de algunos cuantos), porque no tenía el tiempo.

Me tocó ver pasar a alumnos normalistas (muchos de ellos foráneos, con su mirada en el escalafón magisterial), pero también a estudiantes de otras licenciaturas, de universidades públicas y privadas, profesores que estudiaban una maestría los sábados, maestros universitarios, todos ellos podían pagar.

Como nunca fui lo que se dice muy veloz con el teclado, me preguntaba cómo habría de redactar finalmente 40 cuartillas diarias, que eran las que me pedían. Calculé el tiempo para tomar nota y ya no se diga leer.

El misterio me fue revelado: Tendría que leer otros trabajos, documentos, tesis, libros de pedagogía, etcétera y casi de manera simultánea, ir grabando en un minigrabadora la redacción lo más fielmente posible a como se esperaba el trabajo final, incluyendo cambio de párrafo, notas al pie, nombres de capítulo, todo expresado con palabras.

Otra persona, veloz mecanógrafa, redactaría el documento final.

Siendo sincero, nunca alcancé las 40 cuartillas diarias, y siempre me las pagaron completas. Y si una vez creí que aquello era dificilísimo de lograr, me bastaba ver al  propietario del negocio, capaz de producir 60 cuartillas en un turno, nomás deteniéndose para cambiar de minicassette.

Con este método una tesis de licenciatura podía estar lista en dos días, o tres días máximo, a un precio aproximado de 7 mil 500 pesos, dependiendo del cliente y de la escuela. Yo no ganaba eso en dos meses. Claro, que era muy raro un cliente así, la mayoría de los tesistas encargaban el trabajo de a un capítulo por mes, o cada tres semanas, y así como se la iban aprobando y haciéndole correcciones, así iban pagando. Abonos chiquitos.

Si algo tenía de sobresaliente el patrón y dueño de la empresa era su habilidad para negociar y para ganar dinero, y su capacidad para enfocarse y producir cuartilla tras cuartilla.

En la oficina había una pieza para una biblioteca con unos dos mil títulos. Ahí estaban Vigotsky, Piaget, caballos de batalla, también Freud, enciclopedias, antologías y textos de historia. Educación, Psicología, Pedagogía, Metodología. El objetivo no era el conocimiento, sino ser eficientes y productivos.

Cuando un nuevo trabajo comenzaba había que trazar las medidas de la cancha, los límites del terreno con capítulos, temas, marco conceptual, etcétera. Leer a vuelapájaro párrafos, sosteniendo con la otra mano la grabadora. Los cuatro periodos del desarrollo cognitivo según Piaget son, dos puntos, sensoriomotor, coma, preoperacional, coma, operaciones concretas, coma, y operaciones formales, punto y aparte.

Los párrafos brotaban en dictado solitario en aquella maquila de redacción académica. Todo era redacción nueva, no se podría decir que había plagio.

¿Cómo que plagio?

El razonamiento del negocio era sencillo. Cualquiera podría pararse en una esquina ofreciendo un producto, un libro, un juego de hojas, una tesis encuadernada, y lo que hiciera cada persona con el objeto comprado —y ningún objeto de estos aparecía en el Código Penal— era asunto de cada quien. Así que bajo esta lógica, el fraude académico lo cometía quien presentaba un trabajo ajeno ante la escuela, no quien lo elaboraba.

Decía que fraude académico lo escuché después por televisión.

Ya había dejado de trabajar en el negocio de las tesis, y ahora era redactor de noticias en una televisora. Un compañero que hacía reportajes de investigación encontró un anuncio sobre “asesorías” que le pareció extraño. Me la mostró. La dirección era la misma en donde yo había trabajado. “Investiga por tu cuenta si quieres”, le dije. Y claro que lo hizo. Era demasiado serio y lo suficientemente independiente como para no hacer un trabajo bien hecho.

Fue y grabó de manera oculta por medio de una compañera que se hizo pasar por clienta. Ella hizo todas las preguntas, fingiendo no saber nada, pero también fingiendo que le urgía que la “asesoraran” para terminar su tesis. Escuché la grabación en la redacción del noticiero. Mi compañero periodista había obtenido información, pruebas. Las preguntas, y sobre todo las respuestas, estaban en la grabación. Quedó registrado incluso hasta el “pendeja”, que le dedicó él cuando la “clienta” había cruzado ya la puerta.

El reportero buscó luego la versión del dueño, quien era el que atendía. Le pidió su versión diciendo que estaba haciendo un trabajo en donde se le mencionaba, pero el otro se negó a hablar. “Hazle como quieras”, le contestó, pero la versión ya la tenía.

Un lunes, el mejor día para sacar los reportajes fuertes porque se tiene toda la semana para darle vuelo, se transmitió la investigación. La noticia cayó tan fuerte que incluso al rector de la universidad se le pidió su versión y salió a responder, dijo que se investigaría cualquier fraude académico. La televisora de la competencia también se subió y buscó a especialistas. Algunos medios estaban escandalizados.

La nota entró en un callejón sin salida porque se manejó como plagio, y nadie estaba plagiando nada. El tema era el fraude, lo cual difícilmente se podía comprobar.

El dueño del negocio me dejó un recado en casa de mis padres, en la creencia fundada de que yo “le había mandado un reportero”. Pero una cosa era que fuera un explotador y otra que uno lo quisiera perjudicar. Mi expatrón, quien siempre estaba inscrito y cursando algún curso, diplomado o maestría, dejó de ir a los lugares en donde tomaba clases.
Con el tiempo me quedé en el terreno de la redacción y de los medios impresos. Él ahora tiene un doctorado, creó una universidad, y sigue en el negocio de la academia.


*Este negro fue redactor de noticias y en los últimos 10 años, editor de publicaciones. Su correo es yadivia@hotmail.com

jueves, 14 de agosto de 2014

Don Heberto Peterson Legrand, por la dignidad de la persona

Escritor, periodista, exprofesor de la Universidad Xochicalco y comunicador de un mensaje que pone en la dignidad de la persona uno de sus máximos valores, el excronista de la cuidad de Ensenada habla sobre este puerto y su identidad a través del tiempo.

También aborda la mezcla de sangre que se da en la Cenicienta del Pacífico y comparte con nuestros lectores cuál es el libro que como autor lo ha dejado más satisfecho.

—¿Qué aspectos le alegran que no se hayan perdido en este puerto de Ensenada?
El que la ciudadanía sigue teniendo avidez por los eventos culturales y además el que sea un puerto donde hay mucho talento artístico y cultural en muy diversas ramas. El que siga siendo un puerto que ofrece comida de excelente calidad y el que la cultura del vino y la buena cerveza también se han ido convirtiendo en un icono que la distingue.

—¿Qué aspectos de la ciudad lamenta que se hayan perdido en este puerto en las últimas décadas?
La falta de una adecuada planeación para un crecimiento ordenado de la ciudad; la falta de conciencia creciente en un gran sector de la ciudadanía para contribuir en la limpieza de la ciudad; la falta de una buena urbanización de calidad y arreglo de banquetas; la falta de previsión para poder contar con estacionamientos conforme la ciudad vaya creciendo; el poco interés de un inmenso número de locales comerciales para arreglar sus fachadas con gusto estético para presentar un rostro más amable y atractivo; la falta de hoteles de mayor calidad; la falta de inversión para ofrecer algo a turismo de calidad que les sea atractivo, lamento que no se haya hecho a tiempo un bulevar Costero con vista libre hacia la playa y se estén construyendo muchos locales feos.

—Hay muchas sangres mezcladas en esta ciudad. ¿Cuál es la propia de ésta ciudad, si la hay?
Para entender por qué hay muchas sangres mezcladas en esta ciudad tendríamos que remitirnos a su historia. Yo soy un ejemplo vivo de esas mezclas: Peterson (Noruego) Legrand (francés), Gutiérrez (español o mexicano) Moretto (italiano), sin embargo me siento tan mexicano como mi señora que se apellida Rodríguez Romero, y como un cucapá o un kiliwa.
Más que la sangre que corre por nuestras venas, el tener memoria histórica y el sentido de identidad y pertenencia que nos da el ser de esta tierra es lo que cuenta. Además la población crece día a día con personas que llegan de todas las latitudes y cuando deciden echar el ancla para sumarse y luchar junto con los que aquí habitamos por generaciones, bienvenidos. No creo que haya una sangre propia de Ensenada. Me viene a la memoria el recuerdo de mi querido amigo el doctor Katsuo Nishikawa, hijo de padres japoneses. Cuando fue a Japón a estudiar, dijo: “Ahí es cuando me di cuenta de que era mexicano debido al choque cultural con el que me encontré”.

—¿En su opinión cuál es o debería ser la misión de un medio impreso hecho en Ensenada?
Convertirse en un vehículo a través del cual se pueda expresar la sociedad; ser un puente entre sociedad y gobierno. No sólo informar sino también formar, educar; promover los valores y fortalezas de la sociedad; equilibrar dando a conocer lo positivo que se hace en el tejido social y evitar caer en el amarillismo. Cuidar de la buena fama de los habitantes. Señalar constructivamente los desaciertos de ciudadanos e instituciones; sustentar su quehacer en la ética. Contribuir al bien común y la justicia. Mantenerse al margen de afinidades partidistas y no perder la objetividad al dar a conocer lo que sucede día a día en Ensenada.

—En su experiencia como comunicador ¿cuáles valores lo han regido y por qué los eligió?
El reconocimiento a la dignidad de toda persona, el amor, la justicia, la solidaridad, la responsabilidad, entre otros.
La dignidad, porque siempre veré a quien esté frente a mí no como una persona inferior o superior, sino igual en dignidad porque es hijo del mismo Creador, porque es un ser racional que tiene memoria histórica y al igual que yo, busca realizarse como persona.
El amor: Bien decía san Agustín: “Ama y haz lo que quieras”. Quien ama siempre buscará el bien del otro, sabrá darse a los demás y esto hay que cultivarlo.
La justicia: Con ella mi voluntad siempre estará dispuesta a darle a cada quien lo que le pertenece.
La solidaridad: Si la encarno en mi vida estaré dispuesto a unir esfuerzos con los demás para alcanzar metas comunes que nos hagan ser mejores.
La responsabilidad: Sin ella seremos incapaces de construir algo, y por otro lado si soy poseedor de derechos, también debo ser responsable para cumplir con mis deberes.
Los elegí porque los considero fundamentales para orientar mi vida sin olvidar los valores trascendentes.

¿Cuál de sus libros lo ha dejado más satisfecho como escritor y por qué?
Crónicas Ensenadenses, porque me han permitido profundizar mis raíces, el sentido de pertenencia y la identidad como ensenadense y, porque –estoy seguro– he contribuido con otros muchos para que profundicen en su reflexión en esa búsqueda de identidad y profundizar en el amor a este rincón de nuestra patria.


Parte de su trayectoria
Cronista de la ciudad de Ensenada.
Director de Educación del municipio de Ensenada.
Presidente del Patronato y fundador del Archivo Histórico de Ensenada.
Director de la Casa de la Cultura, Ensenada, B.C.
Representante del presidente Municipal en el Consejo de Conservación del Patrimonio Cultural de Baja California.
Profesor de las materias de Historia de las ideas políticas, Filosofia del Derecho y Ética en la Universidad Xochicalco campus Ensenada.
Director de Casa Hogar para Varones en Mexicali, B.C.
Capacitador Externo de Cursos, Talleres y Seminarios: Liderazgo, Exito en el Estudio, Comunicación Efectiva,Valores y Actitudes.
Director Administrativo del DIF Estatal
Coordinador Estatal de Comunicación de la Secretaria de Educación y Bienestar Social y del Instituto de Servicios Educativos y Pedagógicos de BC, del Gobierno del Estado de Baja California.
Secretario Particular del secretario de Educación de B.C.
Secretario Técnico del Consejo Estatal de Población del Gobierno del Estado de Baja California.
Director del periódico “El Vigia”, en Ensenada, B.C.


Algunos de sus libros
Incursiones en el periodismo
Oraciones y pensamientos
Conciencia Política
Conciencia Social
Crónicas Ensenadenses (dos tomos)
Crónicas de Viaje


Dentro del periodismo
Articulista del periódico La Crónica, en Mexicali, B.C.
Consejero Editorial durante el año 2000, del periódico La Crónica, en Mexicali, B.C.
Articulista del periódico Zeta por 13 años
Actualmente Consejero editorial del periódico El Vigía de Ensenada, B.C.
Articulista del periódico “El Vigía” de Ensenada, B.C.
Articulista del periódico Frontera de Tijuana, B.C.
Articulista del periódico Presencia de la Diócesis de Tijuana, B.C.
Tiene más de dos mil artículos publicados



miércoles, 6 de agosto de 2014

Los saberes

Los saberes no son una especie de gorras para ir a un evento, no, nuestras ideas no tienen la finalidad de un logotipo en una camiseta ni de un ladrillo para treparnos: son la forma en la que cada uno concibe y entiende el mundo. Y eso no es algo que cambie de un día para otro.

Machistas anónimos


A algunos cuantos lejanamente sospechamos que hay algo de indebido en calificar a las mujeres por su aspecto físico, a otros nos sale del alma. Lo que pasa es que no hemos aprendido a dejar ese aspecto en un segundo plano del todo, especialmente en una cultura que reafirma la parte visible de la mujer en función de su aspecto estético, de su juventud. Esto, en términos muy básicos, corresponde al atavismo de tener acceso a una mujer joven, sana y muy atractiva con el fin de procrear.

No, no hemos aprendido a ver del todo esos otros aspectos; especialmente de aquellas mujeres cuya tarjeta de presentación es un escote pronunciado, sus provocativas nalgas o su expresión de sensualidad.

Lo sabemos todos: cada mujer sabe exactamente sabe cuáles son sus puntos fuertes y débiles, incluso sabe cómo disimular al máximo estos últimos.

He visto cómo, creo que se trata de otro atavismo, que en cuanto son madres su atención deja de centrarse en sí y se convierten en la Virgen María dentro de una pintura del Nacimiento de Jesús. Es decir, en una pieza dentro del entorno familiar del cual ellas son el elemento nutricio y su proyecto de vida es precisamente esa familia, así sea una familia de dos integrantes. La sensualidad queda bastante dismunuida, al menos mientras llegan a mitad de la cuarentena.

martes, 5 de agosto de 2014

Celso Piña, un rebelde en Ensenada





Desde mucho antes de que el boleto para una tocada con Celso Piña costara mil pesos, la música vallenata ha sido un ritmo asociado a la marginación de los barrios más pobres en su ciudad natal, Monterrey.

Desde los años 50, este ritmo llegó de Colombia a través de discos de acetato vía Miami, Houston y el DF a las manos de quienes los reproducían públicamente en tornamesas en las calles de la colonia Independencia y su zona aledaña, el Cerro de la Campana, un sector de migrantes, la mayoría de ellos originarios de San Luis Potosí y asentados en las primeras décadas del siglo 20.

Así se conoció en La Campana la música de los colombianos Aníbal Velásquez, Alfredo Gutiérrez, Lizandro Meza y de Los corraleros del Majagual, cuyos discos se oían a todo volumen los fines de semana en las calles. En una colonia contigua a la Independencia, en la Nuevo Repueblo, nació Celso Piña Arvizu el 6 de abril de 1953, primógenito de nueve hijos.

II
Desde la primera canción que interpretó, Macondo, la mayoría de los aproximadamente 300 asistentes comenzaron a bailar, y no se sentaron en todo el concierto. Muchos vestidos con ropa clara, algunos con sombrero. Estamos en Barón Balché, un viñedo al fondo del poblado El Porvenir, en el Valle de Guadalupe y el reloj marca las 9:41 de la noche de este sábado 2 de agosto. Celso saluda: “Muchas gracias por haber venido, me da mucho gusto estar esta noche con ustedes”.

El público lo ovaciona, disfruta del vino y de una noche tibia que por momentos amenazó con lluvia. El inicio del concierto estaba anunciado para las 8:00 de la noche, pero bastó que el músico regiomontano y su grupo, la Ronda Bogotá, subieran al escenario para que todo mundo le festejara, le aplaudiera.

Natural, sencillo y directo, casi siempre bromista, atendió a los medios de comunicación previo al concierto.  ¿Vino o cerveza? Se le pregunta. Tequila, contesta a botepronto y sonríe. Sus respuestas suenan inocentes. En la charla recuerda su amistad con el desaparecido Gabriel García Márquez. “Muchos escritores me han ofrecido comprarme el libro que mi amigo el Gabo me dedicó, pero no lo pienso vender nunca, así me esté muriendo de hambre, ese libro es invaluable”. Y no es para menos; de su puño y letra, el nobel colombiano se declara  hincha –fan– de Celso.


III

García Márquez dijo una vez de su obra Cien años de soledad que se trataba “de un vallenato de 350 páginas”.  La novela sirvió de inspiración para la canción Macondo, compuesta por el peruano Daniel Camino Diez y popularizada por Oscar Chávez. Celso Piña la grabó en 1999 y años después, en el 2004, conoció en Monterrey al escritor colombiano.

Sobre el vallenato –contracción de natural de Valledupar— en Monterrey, el sociólogo José Antonio Olvera Gudiño afirma: “No he visto en otro lugar esa pasión con la que se defiende el gusto, con la que se vive la música, donde la música juega un papel muy importante en la configuración de la identidad de la gente”.

“En el caso del vallenato”, dice, “hay tres instrumentos fundamentales:  los instrumentos de raspamiento como la guacharaca, que tiene influencia indígena; el acordeón, que se identifica como un instrumento europeo, y la caja, que se le identifica como un instrumento africano”.         


IV

A Celso le habría gustado estudiar Veterinaria, pero desde muy pequeño se vio obligado a trabajar. Fue repartidor de una tortillería, tendero, trabajó en un taller de repujado y con sus tíos dando mantenimiento a casas en colonias acomodadas de Monterrey

En el Hospital Infantil, un nosocomio en la misma colonia Independencia, trabajó como auxiliar de intendencia. En esa época, a mediados de la década de los setenta, se interesó más por la música y con el apoyo de su padre, don Isaac Piña, comenzó a aprender de manera autodidacta a tocar el acordeón.

“Música es música” es uno de sus lemas, y en ese entendido su carrera lo ha llevado a recorrer Polonia, Dinamarca, España, Alemania y constantemente Estados Unidos y Sudamérica. Aunque en muchos hay poco o ningún hispanohablante, a él no le importa. “Porque música es música, compadre”, dice. El sábado en Barón Balché, dijo: “No importa cómo bailen las cumbias colombianas, mientras las bailen como las sientan”. Sí, música es música.

En una entrevista le preguntaron que de qué parte de Colombia era. Él contestó: “Pues no sé de qué parte de Colombia soy, pero nací en Monterrey”. Paradójicamente, conoció aquel país sudamericano de manera tardía. Su llegada a Barranquilla, el 27 de enero del 2010 fue tan simbólica para él, que escribió la canción “El viaje”, publicada en su disco más reciente. 


V

Al filo de las 11:00 de la noche, Celso Piña se despide del escenario. Y como la ovación del público le pedía la clásica “otra”, regresa. “Con ustedes no me puedo hacer del rogar”, dice con una sonrisa, toma el acordeón e interpreta Alicia Adorada.

No importa cuántos países haya visitado, cuántos reconocimientos haya recibido y cuántos duetos con artistas de renombre haya grabado, Celso Piña sigue siendo el hombre natural y espontáneo que empezó a tocar de oído y que grabó su primer disco en 1983. No queda duda que Celso vive para la música.



En Barón Balché tocó:
Macondo
Cumbia Sampuesana
Reina de Cumbias
Aunque no sea conmigo
Los Gavilanes
Cumbia Arenosa
Cumbia Cienaguera
Cumbia de la Paz

Alicia Adorada