miércoles, 16 de julio de 2014

Creer y no creer

Tocaron hace rato. Eran dos chicas de los Testigos de Jehová. Una de ellas me pareció que ya la había visto. –Ay, se me olvidó su nombre, me dijo sonriendo y un poco apenada. Ella se llama Montserrat y debe tener como 22 años. La otra no la conocía pero se presentó como Lolita. Creo que fue un chequeo de rutina porque casi no hablé ni me soltaron demasiadas citas. 

Me gusta mucho el diseño de sus revistas, pero tengo varias cosas urgentes que leer por las siguientes tres semanas. Cuando cerré la puerta pensé que hay pocas personas que ponen en práctica sus creencias religiosas. Pero no ¿verdad? Quién sabe. Eso nadie lo sabe. Mis hijos acuden a la iglesia mormona y yo les digo que actúen en consecuencia. Nadie sabe hasta qué punto los demás se apegan a sus creencias. 

Hace poco supe de una persona, de quien le admiro hasta donde le conozco, su rectitud y honestidad en su chamba, que ayuda en una Casa Hogar para ancianos. Lo supe por casualidad, no porque esa persona lo haya mencionado. Aún no sé si esto de ayudar en una Casa Hogar tenga que ver con alguna práctica relgiosa, puede ser, creo que no hace falta. ¿Verdad que hay muchas razones para hacer algo por los demás? Sí, para qué tanta música si la letra no inspira. Con una ética basta, que es tanto como decir creo en un Dios. Es algo bien cabrón, sin duda. 

Mi caso es raro, no creo en un Dios pero tengo un par de ideas al respecto. No es por cansancio, rencor o indiferencia que puse en claro hace ya tiempo algunas ideas acerca de la fe. Y entiendo si es un tema que les da una hueva descomunal. Pero al menos para mí, me ayudó escribir que no creo en un Dios. Si aguantan, aquí abajo está la liga con este texto, y si no, muchas gracias por haber leído hasta aquí.

Mi artículo No creo en un Dios, Aquí



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