domingo, 25 de agosto de 2013

Mujeres e historia, novela Cómo se pasa la vida

Las buenas historias deben entretener, pero también se agradece si aportan algo al entendimiento y a la comprensión del mundo, y una parte del mundo se llama Baja California.

Los libros de historia están llenos de fechas, guerras y lugares; hechos gloriosos algunos, o batallas, sangre de mártires y fundaciones. Esos libros tratan de explicar y registrar los hechos presuntamente más importantes. Pero ¿quién definió qué es lo más importante? ¿Puede ser digna de contar, más allá del entretenimiento, una historia de amor que sea la saga familiar que incluya amores desiguales, traicionados e impetuosos?

Cómo se pasa la vida es la más reciente obra de María Eugenia Bonifaz de Novelo, escritora de larga trayectoria y que aborda lo mismo la historia que el tema de las mujeres en la sociedad. Y estas dos líneas las podemos encontrar en la novela que se presentará este martes 27 de agosto del 2013 a las 19:00 horas en el Cearte de Ensenada, BC.

En su novela hay elementos históricos principalmente relacionados con Baja California en el siglo XX, pero la mayor parte transcurre en ámbitos asociados a las relaciones amorosas y familiares. Pareciera que las mujeres de su novela buscan en el amor y la familia la realización personal. ¿Será la suya una novela de amor?

Efectivamente, es principalmente una novela de amor, desde los abuelos hasta Claudia y Marina. Amores sólidos, amores impetuosos, amores desiguales, traicionados, amores decepcionantes (Marina)...
Siento que la mujer busca su realización personal, en primer lugar, en el amor y la familia; ha sido así desde el principio por muchas razones: la preservación de la especie, el complemento emocional y afectivo que da la unión con el hombre, incluso, factores económicos influyen en muchos casos.
Ahora bien, existe sin duda una inclinación en ella para realizarse también en infinidad de maneras y hoy, por fortuna, lo está logrando ya que hasta mediados del siglo XX esto era una rareza, para nosotras las oportunidades estaban sumamente limitadas y hasta prohibidas. Gracias a Dios las mujeres se han educado, se atreven a abrir un negocio, a participar en la vida comunitaria, las cosas han cambiado.

 —Me llamó la atención que no deja fuera las desigualdades sociales representadas por la explotación de los mineros y la forma en que vivía la gente pudiente de la época. En ese aspecto ¿hubo pasajes o elementos que debió de dejar fuera por cuestión de espacio o cualquier otro motivo?

Las desigualdades que siempre existen en todo lugar y en toda época las expresé en personajes como Chorín, quien recogía los desechos de las leltrinas, en Chuy que vivía en una cueva, pero con dignidad, y en el cuento de Pedro el Minero.

¿Cómo definiría la mirada de los personajes femeninos, especialmente la de Claudia, que es el eje de la historia?
Serena y penetrante.

¿Qué eventos provocaron que fuera el poblado de Santa Rosalía el principal escenario? ¿Por qué la escogió?
Porque me pareció un lugar muy interesante dado su azaroso desarrollo, la diversidad de sus pobladores y las circunstancias galo-mexicanas que le dieron una personalidad tan especial.

Podría hablar un poco de la protagonista, Claudia de Eguía Ulloa. ¿Nació aproximadamente en 1932? Pareciera que porta la esencia familiar y a la vez es su historiadora.

Sí, nació precisamente en 1932 y en ella confluyen las corrientes de un abuelo español: imaginativo, y una abuela mulegina, no menos recia; así como los maternos: osados y, aunque ausentes, siempre en contacto. Sus padres, más serenos, le brindan la estabilidad necesaria para formar su carácter. Hereda la afición por escribir de un abuelo, la fortaleza de las abuelas y la visión de la historia que tenía el abuelo materno quien legó los libros que su madre llevó consigo a Santa Rosalía y de contenido histórico. Recordará usted cómo le iba describiendo los pasos de los primeros exploradores a su recién desposada cuando hicieron su luna de miel por el Pacífico.

¿Qué espera de un lector de esta novela?¿qué le gustaría provocar en él?
Que conozca un poco más de la saga californiana, desde los misioneros, colonos militares y civiles de excepcional reciedumbre que a través del tiempo lograron sobrevivir en condiciones muy adversas, y que esto provoque admiración que provenga del conocimiento. Y como lo expresé en la dedicatoria, que valoremos más la labor de los mineros. Como todo trabajo de ficción, espero que también entretenga, a menos por un rato, al que lo tenga en sus manos.

¿Qué es el amor para Marina?¿le tiene miedo y se hace la valiente?¿de dónde proviene cierta "amargura"?
Un anhelo insatisfecho. No, no tiene miedo, ella es valiente. Desgraciadamente no tuvo suerte, como tantas en la vida real. Al no encontrarlo, es natural que surja la amargura.


yadivia@hotmail.com

lunes, 12 de agosto de 2013

Los niños

Al comienzo no lo pensé. Estábamos en una de las dos habitaciones del segundo piso, y bajo la cobija no se escuchaba nada excepto el sonido de los labios, el aliento entrecortado de alguno de los dos, y afuera, un coche ocasional que parecía lejano en la tranquilidad del barrio. De pronto ella se quedó inmóvil, mirando a nada, girando los ojos en varias posiciones mientras aguzaba el oído. Yo me mantuve quieto a unos centímetros de su nariz, esperando alguna reacción adicional.

Carmina y yo nos conocimos desde hacía doce o trece años. Debo ser más exacto: yo la conocía a ella, pero ella no sabía de mi existencia. En ese entonces coincidimos en un diplomado de tres días, y Carmina no podía menos que llamar la atención, no sólo porque era la más guapa de las asistentes, sino porque a pesar de su corta edad, era de las mejores diseñadoras de entre las  estudiantes. Durante el receso del tercer día ella se tuvo que ir y no la volví a ver. Tiempo después alguien dijo que se había casado o que se había ido a otra ciudad, o las dos cosas a la vez, pero no volví a saber de ella.
Se quedó inmóvil mientras aguzaba el oído. Había murmurado: “los niños”, pero yo no sabía exactamente si se trataba de dos o de tres, que se supone estarían dormidos en el cuarto de junto. Ninguno de los dos se movió. Luego fue cerrando los ojos y entreabrió la boca en algo que se reanuda, en recibir mi beso que se había quedado inconcluso.
Al principio no lo pensé, o mejor dicho no recordé que tenía niños. Teníamos meses saliendo y no le quise decir que ya la conocía.
Había regresado a la ciudad un año atrás y puso un despacho de diseño junto a otra persona, pero no explicó más sobre la identidad de esa otra persona, sólo dijo que las cosas mejoraban mes con mes. Mi empresa solicitó un trabajo urgente y alguien recomendó el despacho de Carmina.  Nuestro trabajo terminado se entregó en tres días, pero nuestro pago, por un descuido absurdo, se retrasó siete. Carmina pidió hablar conmigo y a mí se me fue la sangre a los talones cuando la vi entrar. Diez minutos después el cheque estaba en mi escritorio y yo intentaba sacarle una cita. Me dijo que no podía por exceso de trabajo, pero a los dos se nos olvidó el mundo durante los 40 minutos que duramos platicando.
Así fue mi reencuentro con Carmina.
Era la primera vez que estábamos en su habitación.
Esa noche me enamoré de ella.
O no, quizá fue al despedirnos, cuando ella afirmó algo que empezaba con la frase: “Si nos volvemos a ver…”, pero que en el fondo era una pregunta.
O quizá fue cuando le llamé al día siguiente a las nueve de la mañana y ella, lo percibí a través del teléfono, sonrió al saber que era yo.

martes, 6 de agosto de 2013

Fantasmas creativos

El mundo de las fantasías, de lo que no se puede decir, de lo que está por debajo de las aguas "racionales", eso que estimula INVOLUNTARIAMENTE a la imaginación es una veta riquísima para la creación artística. El arte es el museo en donde se aprecia, detrás de una vitrina, sin temor, lo que ya no muerde porque está disecado. Entonces se aprecia lo visto con una extraña familiaridad. ¿Por qué?

jueves, 1 de agosto de 2013

El acto de nombrar

El acto de nombrar, después del de alimentarse y sentir, es la acción más vital para el ser humano; sin esta operación de la mente seríamos unos primates peleando por alimento, territorio y apareamiento.

Nombrar, sin embargo, una acción aparentemente elemental —y en el principio de la civilización sin duda lo fue— es una de las actividades más engañosamente complejas que hay; es más fácil fijar una voluta de humo en la habitación que tratar de definir qué cosa es el significado, o sea, aquello que relaciona la luna con el dedo que la señala.

Y para complicar más las cosas, se trata del lenguaje intentando hablar de sí mismo. Hay un ejemplo —una alegoría— muy curioso: Un reo escapa de la cárcel y huye a un poblado próximo; ahí se arma una cuadrilla que intenta ir tras el evadido para regresarlo a prisión. El fugado se une al grupo de caza y les da indicaciones, les dice por dónde ir y se entusiasma ante las supuestas pistas. Algo así es investigar asuntos del lenguaje, de donde nombrar sea quizá el más básico de todos.

Una persona que quiere nombrar un objeto que está a la vista de su interlocutor se lo puede señalar con el dedo, pero más allá de eso se trata de una convención, de un acuerdo. “Perro” va a significar más o menos lo mismo para el que habla como para el que escucha.

Si nos brincamos el enorme problema del significado, que es algo que los lingüistas no han podido aclararnos de manera satisfactoria, podemos decir que las palabras le dan sentido y estructura al actuar humano.

Las palabras neutras son más bien escasas, todas llevan una carga que puede empatizar, encajar muy bien con nuestra sensibilidad —o valores y principios— o producirnos un rechazo visceral, no tan pensado como queremos hacernos creer.

Acaba de salir una nota en la que le piden al grupo de rock mexicano Molotov eliminen de su repertorio, en su gira por Estados Unidos, una canción cuyo título de cuatro letras expresa algo que se interpreta como innoble, y en una de sus consonantes contiene la misma “t” de “contra natura”. Los músicos han repetido que el significado de la canción no es lo que parece, pero los grupos que defienden los derechos de cierto sector humano son difíciles de convencer, se sienten injuriados. Todo por una palabra.

Nombrar más que encerrar, comprime varias operaciones cognitivas y culturales como una extensión simbólica, pero no menos poderosa, para incidir sobre el entorno, empezando con nuestros semejantes. “Todo el idioma, explica Álex Grijelmo, está integrado por un cableado formidable del que apenas tenemos consciencia, y que, sin embargo, nos atenaza en nuestro pensamiento. Pensamos con palabras; y la manera en que percibimos estos vocablos, sus significados y sus relaciones, influye en nuestra forma de sentir”.