miércoles, 10 de julio de 2013

El acto de escribir

En el mundo de la escritura, de la gente que escribe con la intención de publicar libros con su obra literaria, se da un fenómeno muy curioso. Escribir literatura es una pasión mezclada con una necesidad de contar algo en público. El proceso que considero más sensato es ser primero un lector, enseguida escribir con la intención de practicar como el que repasa una y otra vez el terreno de juego y mide sus fuerzas.
     Después viene “capacitarse” en talleres o con la ayuda de maestros que dominen ciertas técnicas (fuera de los autores leídos), más adelante, si se desea, llega la participación en lecturas, luego publicar en alguna antología o en el periódico y, por último, publicar un libro.
     Después de publicar el libro, viene intentar venderlo y, con esfuerzo constante y con mucha autocrítica, al tercero o cuarto título publicado llegar a ser un autor algo conocido un poco más allá de nuestros amigos cautivos. Siempre y cuando de entre esos cuatro o cinco libros haya al menos uno muy bueno.
     Pero cuando empezamos a escribir hacemos exactamente lo contrario. Primero escribimos unos cuantos relatos y muchos poemas. Los relatos pueden ser sobre cualquier tema y los poemas necesariamente son de amor. Escribimos: “Te amo porque sí, porque eres lo mejor para mí y sin ti no he de ser feliz”, luego lo leemos a todo aquel a quien quiera escucharlo y a quien su educación o cariño le impida negarse. En este momento intentamos registrar nuestra obra ante Derechos de Autor, por si acaso alguien nos quiere plagiar y por ende hacerse rico a costa de nuestro talento.
     Escribir es loable, pero leer es una silenciosa  costumbre que nos ofrece alimento. El ensayista Gabriel Zaid soltó un día la simpática idea de todo aquel que quisiera escribir un libro, debería haber leído antes otros mil, para guardar una relación de mil a uno y evitar que se acumularan eso que él llama “los demasiados libros”.
     En esta sociedad de imágenes, creo que hay que impulsar la escritura, escritura como terapia, como arte o como medio de llegar a otros. Estoy convencido que la escritura pone en juego el profundo universo que es la complejidad de la mente y nos conecta con seres desconocidos a través de signos.
     Por eso, antes de registrar una obra ante Derechos de Autor, acto que recomiendo cuando ya se tiene un corpus de textos que se quiere preservar en un volumen, habrá que revisar el trabajo, pulirlo, comentarlo.    No sentir vergüenza de mostrarlo a algunas personas de confianza, conocedores y no, pero sacarlo al fin.
     Es muy agradable encontrarse con personas que tienen imágenes guardadas en su experiencia, dolores absolutos que son los mismos que comparten con el género humano, anécdotas de familia que nadie contará más que ellos, en fin, vida concentrada en su mente y deseo en el corazón de expresarlo por escrito.      Comenzar con los poemas de amor no está nada mal, el mérito es decirlo de una manera original.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Te agradezco el tiempo que te tomas para dejar un comentario. Mi correo es yadivia@hotmail.com