domingo, 17 de marzo de 2013

Inocentes

Nunca había conocido a una persona que hubiese nacido producto de una violación. Hoy conocí a una, es una pequeña de unos nueve años. La señora que la cuida, que en realidad es su abuela que hace las veces de madre, y yo hemos hablado quizá una decena de veces. Somos unos cordiales conocidos que nos saludamos con cierto aprecio. En algún momento ella me ha apoyado en situaciones en las que he requerido algún apoyo y hoy salió al caso el tema.

A su hija de entonces 14 años la violó un tipo de 28 que, según me contó, estuvo detenido muy poco, pero que el juicio amañando le dio la libertad. Luego vinieron las amenazas de muerte y finalmente, cuando la hija tenía 20 años en el 2008, falleció en un accidente automovilístico con causas no del todo claras.

Abracé a la señora y tuve el impulso de abrazar también a la hija, pero me contuve porque no quería que pareciera un acto condescendiente, un gesto que pudiera tomarse como un ay, pobrecita niña.

Ahora, cuando la señora me vuelva a preguntar por mis hijos, quienes han recibido sus cariñosas atenciones, pensaré en su hija muerta y en la pequeña de nueve años, una inocente en todo el sentido de la palabra.

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