martes, 11 de septiembre de 2012

11 de septiembre

Nadie, ni una sola persona de cualquier nacionalidad merecía morir en aquel 11 de septiembre en Nueva York, ni dentro de las Torres, ni en los aviones que sirvieron de arte de guerra. Todas esas almas tendrían que haber seguido construyendo el futuro de sus vidas, disfrutando, luchando, trabajando y amando. Nadie merecía morir. Ah, qué tiempos aquellos en que Estados Unidos y Osama Bin Laden hacían buen equipo en contra de la Unión Soviética. ¿Por qué a veces la gente —y las naciones— no escogerán bien a sus amigos, quiero decir "amigos"? Los enemigos son tan importantes como los amigos porque justifican acciones que de otro modo serían simplemente oprobiosas.

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