miércoles, 27 de abril de 2011

Poesía y poder

¿El presidente Calderón habrá leído la obra del más importante poeta mexicano en la actualidad? Viene a cuento porque el presidente de Chile asistió al funeral del poeta Gonzalo Rojas.

jueves, 21 de abril de 2011

Mi peor 69

No es tristeza, quizá melancolía, o extrañamiento. Hoy cumplo 69 días en Ensenada. Y 69 días en Monterrey no son nada, pero aquí, para mí, lo son todo.
No me puedo quejar, no vivo mal. Hay una casita aquí, que es donde yo vivo, que por fuera es toda blanca. Es de dos pisos y es pequeña increíble, pero quien la hizo y lo que calienta en ella, la hacen parecer mucho más grande.
Desde ese segundo piso queda igual de cerca ir a la playa que al cine, o a un café. Hay un barecito que es billar y que se llama Goyri y está a dos cuadras de la casa. Pues en general no pienso en cosas tristes, excepto cuando veo por El Norte.com la cantidad de muertos en el rancho que he dejado que aquello va a explotar en cualquier momento.
Bueno, ya son muchos noes y aún no he contado lo importante: que lo mismo que cuando me fui al DF la noche del 10 de octubre del 2001 hacia un destino incierto, exactamente nueve años y cuatro meses después estaba haciendo algo muy parecido, también sin la intención de volver, pero hoy, con muchas más cosas definidas. Al menos dos cosas muy definidas.
"Espérate a los seis meses", me dijo Daniel hace dos semanas que estuvo por aquí, "ahí sí te va a pegar". Se refería al golpe de distancia, supongo. O quizá a esto que siento ahora, pero que no es tristeza porque todo está bien.
Quizá es melancolía,
o extrañamiento.

miércoles, 20 de abril de 2011

El balón está en el fondo

No importa cómo esté la economía ni la seguridad, ir al estadio a ver el futbol en Monterrey, es una de las actividades más viscerales, emotivas y multitudinarias que hay.

Rindiendo un homenaje al deporte de las patadas, Urbanario de mayo estará dedicado al balompié.

Entre las plumas de este número encontraremos a Daniel Salinas Basave, aficionado Tigre hasta el tuétano, pero también periodista y a últimas fechas, un exitoso autor de ensayo histórico. Con su libro Réquiem por Gutenmberg obtuvo el Premio Estatal de Literatura en la categoría de Ensayo este 2011 en su adoptiva Baja California.

Otro periodista, pero éste con una crónica aficion por el equipo de las rayas es Ángel Zamora Gallegos, quien narra sus inicios en el estadio Universitario cuando el Monterrey jugaba ahí de local. Seguidor de su equipo desde 1973, es uno de los que puede hacer un buen recuento de los grandes momentos de su equipo que, asegura él, es uno de los mejores del país. Debemos creerle.

Entre los escritores más identificados con nuestra ciudad, dos destacan no sólo por su amplio y reconocido trabajo escritural, sino por haber dedicado tiempo a escribir acerca y en forma sobre futbol.

José Eugenio Sánchez y Gerson Gómez. No deja de sorprenderme la poesía del primero, algunos de sus textos se leen con el mismo placer con el que se goza el mejor futbol brasileño: lúdico, sorpresivo y de repente el remate.

Gerson asiste al futbol y nos invita. Pero a él no le importa sólo el que se juega en el estadio, sino también el de barrio. En su texto, el terreno de juego es de pavimento: "Sobre la calle Villagómez, a eso de las cuatro de la tarde, poníamos dos blocks a cada lado. Entonces aun no comenzaba la canícula. Nos bañábamos de sol y de triunfo. Hasta acá llegaban los de la Garza Nieto y los de la Bella Vista".

Contrario a mi costumbre de no publicar trabajos de creación propios en las revistas que edito, finalmente vencí ese prurito ideológico y saco del baúl un cuento quizá más relacionado con una imaginaria relación pasada, que con el tema que nos convoca en el círculo central.

El cuento lo narra un tipo que no es aficionado, pero disfruta ciertas jugadas a veces cuadro por cuadro:

"Aclaro que no me gusta especialmente el futbol . Lo rechazo excepto por aquellos poquísimos goles esplendorosos en que Dios en persona mezcla las leyes de la física con la belleza que florece en la mecánica del universo."

Éste y otros textos aparecerán en Urbanario de mayo. Ah, y como la convocatoria dice que se cierra el 25 de abril, aún se reciben crónicas, poemas, cuentos, ensayos, todo breve, todo relacionado con el futbol. GO

"Ay, Rosy, no sé cómo pude vivir así tanto año".

Apenas tengo dos meses en Ensenada y ya me sale con sinceridad la frase "Cuando vivía en Monterrey...". Si vivir aquí, así, ahora, fuera mi placer culpable, no me levantaría de la cama y habría vuelto, con el mismo cassette regio y salvo el honor a mi ciudad de origen. Pero a veces para ser feliz se requiere aventarse el clavado.

Me pasa como a aquellas mujeres que después de años de maltrato sicológico del marido, un maltrato que nunca se atrevieron a reconocer abiertamente ante nadie, al fin se separan. Luego, van con su mejor amiga, y le dicen asustadas: "Ay, Rosy, no sé cómo pude vivir así tanto año".

Pero yo no estoy asustado, sólo me da pena reconocer que creía que esa ciudad no le ejercía un maltrato a nadie, que sólo era una perecepción mía, una absurda percepción jodida mía, y que a las 407 personas a quienes les han cocido el cuerpo a plomazos desde enero hasta hoy a las 6:00 de la tarde son algo menor, una absurda percepción mía.

No sé cómo pude vivir así tanto año.

Aquí cargo sólo lo necesario. Y me digo a mi mismo que si puedo correr 300 metros por la playa sin preocuparme que se me caiga o se me moje nada de lo que llevo encima, entonces podré decir que ando ligero.

martes, 19 de abril de 2011

La maldita primavera

"Es ñoñísima, pero me gusta, no sé por qué", le decía a Carmen hoy en la mañana mientras nos almorzábamos unos tacos de huevo con tocino en el comedor. Me refería a La maldita primavera, la canción que cantaba Yuri hace décadas y que hoy interpreta otra tipa de nombre muy parecido.

"En un principio no sabía si la rola me caía bien o me caía mal, pero ahora sí me gusta". Le comentaba, mientras buscaba en el yo tuve la mentada canción. "Es una rola hecha especialmente para el grupo de amigas pedas en un karaoke a las tres de la mañana". Nos reímos. "Sí, pinches viejas". Me contesta.

Carmen es un poco misógina, es otra de las cosas que me encantan de ella. Pero el tema aquí es La maldita primavera, no la maldita misoginia.

El sábado en el taller hice una referencia a la rola. René mencionó Moby Dick y me acordé del comienzo: "Llámenme Ismael", un comienzo literariamente elegante, abierto y sencillo. Ahí me vino a la mente la canción de Yuri. Y comenté que esa entrada, la de la "Maldita primavera", tenía una apuesta digamos que literaria. La rola empieza: "Fue más o menos así". Luego del inicio de Las batallas en el desierto, esta es toda una promesa de un buen cuento. Pero no, al final no da para tanto.

Pero hablemos de lo fundamental, de la ñoñez, de lo cursi, de esa idea barata del amor.

"Muchas mujeres no saben separar", me dice Carmen. "A huevo que no", digo con la boca llena. Y claro, pienso, ven amor en donde hay una pasión muy larga, una pasión como de toda una noche. Dice Carmen que lamentablemente esa es la educación sentimental que reciben muchas, y con eso crecen. Un día voy a escribir sobre esa idea romántica del amor, una concepción construida y que ha ido modificándose. Conseguir el amor es un calvario que muchas padecen con estoicismo, con entereza.

Y se reía de mí, dulce embustera, la maldita primavera. Lo dice una dama. Y su canto no es queja, y si lo es es una queja dulzona, masoquista. ¿Por qué cantar que soy una víctima?

Qué queda de un sueño erótico si, de repente me despierto y te has ido. Siento el vacío de ti. me desespera, como si el amor doliera, y aunque no quiera sin quererlo pienso en ti. Entereza y estoicismo, chingao.

¿De qué está ilusionada esta mujer? Suponemos que del amor, un amor que no le ha sido correspondido, cual debe ser en estos casos, pues un amor feliz y correspondido no interesa a nadie en absoluto. Y además cantarlo sería ofensa.

La maldita primavera es la maldita ilusión, esa que se fabrica rápido, pasa rápido, e igual hace daño, y si no, al menos un gracioso escándalo. Qué importa si para enamorarme pasa una hora, pasa ligera la maldita primavera me hace daño sólo a mí.

Más adelante aparece algo más concreto, relata un pasado, pero sólo tangencialmente, por sus consecuencias: Lo que a su paso dejó, es un beso que no pasa de un beso, una caricia que no suena sincera, un te quiero y no te quiero, y aunque no quiera, sin quererlo pienso en mí.



Pues algo es cierto: esta mujer no piensa en sí misma, no se quiere y es una víctima más de la idealización romántica del amor.



De momento voy a escuchar lo que al parecer es la versión orginal, interpretada según dice el wikipedia, por la cantante italiana Loretta Goggi y que obtuvo, asienta la página, el segundo lugar en el Festival de San Remo en el año 82.



A mí se me hace que el tema amor en la balada ochentera da para mucho más. La herencia de Camilo Sesto (hijo de...), Bosé, Miguel Gallardo, Yuri, Daniela Romo... Todos unos maestros en la educación sentimental de una generación.

































lunes, 18 de abril de 2011

Las llevan al baile

¿Por qué se llevan al baile a ciertas mujeres? Después de reflexionar por varias semanas he llegado a la sencilla conclusión de que es por pendejas.


Sí, para ir al baile hay que saber bailar, punto. O no vas.



¿Por qué no se fijan bien antes a quién se las dan?



Como en muchos de los padecimientos sociales, creo que la clave está en la educación y en la prevención.




La letra escrita

Con cierta frecuencia, luego de escuchar a un buen orador, a un talentoso maestro o a un apasionado de una materia determinada, he oído comentarios sobre la presentación del expositor con el siguiente sentido: comenta aparte uno de los presentes: “A pesar de que de esa materia conocía muy poco y no me interesaba en lo absoluto, esta persona te lo explica todo de modo tan sencillo, que lo entiendes”. Evidentemente hay conocimientos, saberes, cuya comprensión implica antes la comprensión de otros un poco más sencillos, pero de todos modos complejos, y éstos de otros un poco más simples y así, hasta bajar veinte escalones de altura en la complejidad del conocimiento, pero, ¿para qué saberlo todo si se puede disfrutar lo mismo sabiendo lo esencial? ¿no es mejor ser especialista en un tema, en dos o tres ser un aficionado muy informado, y en el resto saber una o dos cosas esenciales? El tipo de comentarios que menciono me llaman mucho la atención porque para mí revelan dos puntos interesantes. Primero, que hay personas que tienen la exquisita y grandiosa habilidad de entender y explicar lo complejo a través de lo sencillo. Y segundo y más importante aún: paso por paso, el mundo es dos metros más comprensible de lo que creemos a primera vista. Y si comprender es más sencillo de lo que creemos, entonces ¿por qué no lo hacemos? Mi explicación creo que no requiere de muchas pruebas y de ninguna evidencia: Uno. No tenemos ningún interés en aprender o conocer algo que esté fuera de nuestro mundo de instrumentos para subsistir, económica, académica o socialmente. Dos. Leer nos enoja. “Pero es que tiene muchas letras”, fue el lamento que escuché no hace mucho de un pequeño de primaria. No toda la culpa es suya. La avalancha mediática exige una cultura visual, consumista y autista en donde no hay lugar para la palabra dialogada, mucho menos para la palabra escrita. Tres. Leer no está de moda. Y pensar, reflexionar en lo que nos interesa es visto con desdén, o al menos con una profunda desconfianza. Incluso por los padres, adultos, o cualquier figura de autoridad, lo cual es más grave. ¿Qué será bueno para tratar de pulir el gusto por saber y comprender? Sin duda alguna voltear a la cultura escrita, partiendo, si se quiere de nuestros intereses. Apuesto que sobre cualquier tema que sea de nuestro interés ya se ha escrito algo, quizá un buen libro, quizá un artículo en una revista, seguramente habrá algo que leer en internet. Pero por favor, leamos más y por gusto, que nuestros hijos nos vean que el mantel en donde pondremos nuestras diversiones, disfrutes, goces, es la letra. La letra escrita.

sábado, 9 de abril de 2011

El extranjero

Aquí, tengo que pensar en otra cosa. Olvidar el Café Rubio y cómo es cruzar Madero por los cuatro costados. Debo olvidar que el reloj antes era una bomba de tiempo y que para llegar a mi destino hacía falta un ritual de horas y resbalones.

Tengo que dejar de pensar en los azotes de la gente que antes veía, y que hacía con un vaso de agua todo menos beberlo. Ahora me importan mucho más, mucha menos gente, pero quienes me importan me duermo con ellos.

He salido de un campo de lujo, pero de un campo de concentración. Ese que tantos y tantos adoran, aún cuando pisen un charco de sangre. Y siguan sonriendo (eso no lo entiendo).

Aquí pienso en otras cosas. Como que anoche granizó y hoy el cielo está limpio. (Antes, la lluvia habría sido de metralleta y el charco mucho más doloroso).

Aquí pienso en mis hijos, que a veces se me atoran en la garganta -uno de cada lado- cuando trato de sonreír.

Aquí pienso en mis padres y hermanas, y en tres amigos que me hacen a veces falta para platicar de nada.

miércoles, 6 de abril de 2011

Material

"...ese material tan precioso que es la mirada..."

domingo, 3 de abril de 2011

Autoexilio

Olvidé mi celular en alguna parte, y no tengo pensado regresar a vivir a la ciudad que me vio crecer. Aquí no necesito un coche, ni mucho dinero, ni una bala estallará su terror en mi mañana.

Aquí soy feliz.

El amor y el trabajo me dan para sonreír, y si por algún motivo no me alcanza, el resto me lo dará la poesía y algunas plumas encontrando sabores.

No uso reloj ni corbata, lo que en mi tierra haría alzar las cejas del buen decir.

Como bien, duermo justo, la ventana me sonríe al despertar, y con la luz, la sonrisa de mi nube me da el desayuno de besos que necesito para meterme a bañar.