miércoles, 17 de febrero de 2010

Del amor y otros demonios

Hoy vino un abogado a la oficina, alguien con quien platico muy bien. Él es alguien que se define como un macho alfa, lo que a mí me provoca cierta extrañeza y curiosidad.
Vino y se sentó en mi escritorio y mientras yo terminaba con unos pendientes, directamente le pregunté que qué pensaba sobre el machismo. El es uno de esos tipos que no para de hablar y que para todo tiene respuestas y argumentos.
De entrada me dijo que el machismo nos viene por naturaleza, y de ahí en delante soltó todo un rollo sobre las diferencias de las especies, que si Nietzsche dijo y que si los roles de hombres y mujeres ya dados como naturales.
Él también escribe, y la semana pasada que me enseñó en tono triunfante algunos de sus poemas la verdad no paré en mientes y le expliqué con peras y manzanas cómo podría abordar la escritura de un poema. Varios días me lo recordó porque al parecer no le gustó que no alabara sus poemas, pero bueno.
Hoy vino a quitarme un poco el tiempo y terminamos hablando del amor. Más bien poco a poco lo fui cuestionando hasta que llegamos al tema.
Vi que tiene una postura no sólo muy tradicional (las mujeres son más aptas para la casa; los hombres son mejores como proveedores), sino también machista. Lo reconoció, sin embargo, aclaró, que "prefería darle un golpe a la pared antes que levantarle la mano a su esposa".
Está demás decir el tipo de comentarios que suele hacer, y que a mí me provoca una leve sonrisa. Especialmente con el trato a las mujeres.
Más adelante le dije que me parecía que los hombres sufríamos de varios problemas como género, por cultura o por tradición, pero que no hemos superado bien. Uno de ellos es no ver a las mujeres de entrada como personas, sino valorarlas primero por su aspecto físico. El segundo es que yo veía muy común que nosotros fuéramos de una relación a otra como Tarzán por varias lianas; es decir, no dejar una hasta que no tengamos lista otra. El miedo a la soledad afectiva. Y el tercero, que en términos generales, los hombres no sabíamos amar.
Se quedó pensando un momento. Luego lo que me contestó me pareció muy interesante. Dijo que a nosotros el amor nos imposibilita, nos jode, nos manda a la chingada (a todo agrega un viril ¿a poco no?). Y sí, estuve de acuerdo que el amor puede apendejar un poco, a mujeres y hombres, pero que mucho dependía del tipo de relación que queramos llevar. Pero el amor no es ningún demonio, ni tampoco una maldición. Por qué va a serlo.
Le dije que muchos hombres piensan que el amor es seducir o enamorar o hacerse amar o, más bien, admirar, y se quedan en eso, pero que lo realmente valioso no es tener una relación de pareja, sino que lo difícil y lo que más vale la pena, es que esa relación sea sana y duradera.
Se tuvo que ir de improviso. Quizá se fue pensando, pero al menos siento yo que no ando en los niveles de él.
Creo que si fuera más machista de lo que soy, ya tendría a alguien cerca por acá, mientras celo a mi novia que está a dos mil kilómetros de mi casa. No sé.
Hoy pensé que esa necesidad de ser y sentirse amados en nosotros no es tan presente como lo he visto en el discurso de muchas mujeres. Tal vez a nosotros nos viene de otro modo, más como ser reconocidos y atendidos en lo que hacemos/decimos/pensamos, y así sentirnos que somos realmente importantes para la pareja.
Tal vez me equivoque, pero es lo que he visto.

2 comentarios:

  1. Creo que esa necesidad de "ser y sentirse amados" de la cual hablas al final es independiente del sexo, es una cuestión relativa de persona para persona, no necesariamente se presenta exclusivamente en el género masculino o feminino. Creo que depende de la personalidad de cada individuo, por ejemplo, de modo que esa "necesidad" se presenta de una manera u otra.
    Por cierto, interesante blog :)

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  2. Hola Amélie, creo que eso de sentirse amado no es exclusivo de un género tal vez, pero lo que yo he observado es otra cosa. Mis amigas/conocidas muchas veces implican eso de ser amadas (no sólo respetadas, admiradas etc. etc.) En cambio en hombres, amigos, conocidos, he notado se sienten objetos de amor cuando son reconocidos y tomados en cuenta en sus actos y pensamientos, en general en lo que hacen y que para ellos es importante (¿verdad que somos más simples?).
    Voy a revisar a Beauvoir a propósito de tu blog. Saludos.

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