lunes, 2 de noviembre de 2009

El viaje

Nunca había estado en Dallas, ni me había parado en el lugar en que le volaron la imaginación a Kenedy. Leí mis poemas por allá; leímos.
El día que llegamos nos llevaron a un restaurante de comida mexicana llamado Calle doce. Ahí le ofrecían una comida a José José, quien era el centro del homenaje al que fui. Platiqué con este señor que me cayó muy bien, me recitó unos textos de Manuel Alejandro y me dijo que a él le gustaría saber escribir. Al volver a encontrarnos a la salida, me tiende la mano y de paso me dice: "Hasta luego, poeta". Definitivamente muy amable el hombre.
El Festival Letra y Música lo organiza desde hace varios años mi querido Gabo (Josué Gabriel Montemayor). Las lecturas fueron en la Biblioteca de Dallas y en un restaurante español con un tablao para flamenco que se llama "De tapas". El dueño, Carlos, es idéntico a ese otro madrileño que se llama David Summers, de los Hombres G. La biblioteca de Dallas es enorme, parece el vestíbulo de un hotel de lujo grandísimo.

No participé en todos los hechos colectivos o privados que la banda armó para festín del cuerpo, de los sentidos o simplemente del derroche de vitalidad y el gusto de estar vivo. Pero atestigüé, presencié, brindé por unos y por otras, aposté por unos, canté con otros. Como olvidé mis textos
me planté de pie en el escenario y les contaba historias en las que entrelazaba mis poemas.

Varios tuvieron la amabilidad de acercarse. Un señor me dijo que le recordaba a Eugenio Derbez quien le gustaba mucho. Chale. Ni hablar, con que le haya gustado, jejeje.
Inventaba o confesaba y después sacaba otro poema de los que todavía me acuerdo. Vi caras de interés y de sonrisa. Sentí que varios se identificaron con algunos de los textos, porque asentían.

Mis cuates y yo nos reímos tanto como creo que nunca lo había hecho. Reímos de nuestras frases, de las mismas expresiones procaces y chidas que repetíamos para todo y vuelta a reír. En el coche (la mitad de la vida nos la pasamos arriba de un coche que parecía de narco). uno empezaba su relato y el otro intervenía para salir con una mamada que nos doblaba de la risa a todos. Reímos mucho, dormimos poco, cantamos todas las que nos supimos, yo preguntaba todo lo que no sabía y si quieren saber más, sí, las pinches gringas están bien buenas. Por esta festividad en la que acostumbran disfrazarse, unas chavas se vistireron de vaqueritas de Dallas y obviamente tenían al personal en la orillita del deseo. Los que ligaron en su mayoría fue el gremio dedicado a la música. Los escritores mirábamos con cierto recelo jejeje (será envidia, jajaja) y hacíamos comentarios del tipo, "Te apuesto cinco dólares a que no se la liga". Otro de la raza dijo: "Mira, ya se están besando", y otro agrega: "Pues sí, la chava es la más guapa de todas", "No", agrega, "¡Yo podría besarlo a él mucho mejor!" jajaja. Un desmadre.
Creo que fueron tres días exactos en los que el viaje se parecía mucho a unas vacaciones todo pagado, mezcla de presentación artística y viaje de negocios.

La raza tomó fotos chidas que espero subir al facebook pronto.

2 comentarios:

  1. wao... se me antojo!!!


    que padre que hayas sido participe de tan agradable travesia... la risa es el remedio de todos los males...
    me dio mucho gusto leer este texto me los imagine a cada unos de ustedes jajajaja

    ResponderEliminar
  2. Gracias Cristi, fuimos muy felices todos por allá. Saludos.

    ResponderEliminar

Te agradezco el tiempo que te tomas para dejar un comentario. Mi correo es yadivia@hotmail.com