domingo, 15 de noviembre de 2009

Alcancías infantiles

Hace unos días platicaba con una amiga que tiene una hija ahora de 32 años. Me contaba que hace años, cuando su hija estaba más pequeña y vivían ellas dos solas, parte de lo que ella ganaba se lo repartían a partes iguales para gastárselo en lo que cada una quisiera.
Un poco a cambio de eso, la hija tenía que cumplir con una lista de obligaciones dentro de casa. Una especie de aportación y recompensa de cada una a la familia que formaban, una familia de dos.

Eso me viene a la mente por el tipo de acuerdo que uno hace con los hijos. Unos incluso pasan por las retribuciones económicas o al menos por cierta contabilización de los bienes recibidos.

En esta línea, hace unos días acordé con mis hijos que les iba a pagar cierta cantidad en dinero por cada libro que leyeran, específicamente por cada página. A pesar de que el tabulador lo puse yo mismo, hoy a mediodía al ver mis ahorros comencé a arrepentirme.

Las cotizaciones van desde los 10 hasta los 80 centavos por cada página, dependiendo de que ésta esté repleta o sea sólo unas cuantas líneas y el resto sean ilustraciones.

Debo aceptar que con esto los niños se han mantenido más lejos de le televisión, pero por otra parte, veo que estoy endrogado con ellos, pues hasta el momento Ernesto lleva 100 páginas de Harry Potter (algo así como 80 pesos a 80 centavos por página), Andrés, a puro cuentito corto creo que lleva sus buenos 50 pesotes. A este ritmo los recibos están comenzando a valer madre.

Bien cuajados los morros. Se la pasan leyendo y llene y llene su alcancía. Chale, quién me manda andar de novedoso.

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