miércoles, 23 de septiembre de 2009

La revolución

Creo que la revolución nace de adentro de uno y va al exterior. Antes llegaron cosas de fuera que se nos fueron quedando. Los puentes hacia el otro pueden ser siempre más cortos, pero no se trata de que sean cortos, sino que sean resistentes y tengan dos lados.
La capacidad de ver las cosas de un modo y de otro y de otro, genera sentidos diversos, es decir, riqueza de sentidos. Los sentidos no existían de antes, uno los crea. Quien no logra crear al menos un sentido, un para qué, muere. Quien crea demasiados, se vuelve loco.
Por ejemplo, darle un sentido más simple a las pocas cosas profundas e importantes, eso creo que es todo un arte. Yo no he podido. O no he podido más que en una pequeña parte.
Chingao, ¡estábamos chupando muy a gusto!

martes, 22 de septiembre de 2009

Los blogues

Qué revelador de uno es revisar los blogues que uno sigue. Recientes, antiguos, blogues que empezamos a seguir hace meses o hace varios años, y que nadie más que nosotros sabe que los seguimos. Creo que hay ahí un espejo muy parejito.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El grito

No es lo mismo decir: "No salgas a dar el grito", que decir: "Grita pero no te salgas. Plop.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Aprendiendo a ser mamá y papá

¿Por qué dicen que la maternidad es más fuerte que la patermindad?

Está la respuesta instintivista= La maternidad, a diferencia de la paternidad, implica un instinto natural que la hace más fuerte.

Está la respuesta social= una madre se le educa para serlo; su instinto es aprendido.

¿Depende si soy mujer u hombre para que me incline por alguna de las dos respuestas?

lunes, 7 de septiembre de 2009

Los mensajitos

Escuchas que llegó un mensajito a tu celular y el aliento se te corta. A partir de este momento, el tiempo se puede alargar o acortar según el ánimo o la anisedad hasta el momento de leerlo. Pero se puede disfrutar. Algo muy parecido a lo que sucede entre los primeros besos y el clímax: pude ocurrir en tres minutos o en treinta. Lo importante aquí no es cuánto tiempo que pasa, sino el modo en que se administra la tensión.

Muy bien, llegó un mensaje, ahora a leerlo. Ah, pero a estas horas de la noche no es un mensaje de cualquier persona, ni tampoco dirá el reporte del tiempo. Dirá algo muy específico (para usar la palabra favorita del Andrés).

Dejas que el aire te circule y que la emoción llegue hasta los brazos y las piernas, eso tarda entre 45 segundos y un minuto. Se establece así, perdón por lo prosaico, una relación entre tú y tu celular.

Supe de un amigo que se emocionaba al ver un título que deseó por semanas. Pero al comprarlo, en lugar de abrirlo y ponerse a leerlo de inmediato, lo dejaba enfriar, es decir, lo ponía en el librero un día mientras lo merodeaba, lo veía de reojo, pasaban cuatro días, le hacía espacio, se tomaba su tiempo, lo esperaba, lo dejaba enfriar, punto. Así miras el celular mientras la sangre te recorre.

Aquí puedes dejarlo enfriar. Depende si lo quieres frío y saborearlo. O bien puedes leerlo el mensaje de inmediato. Yo prefiero un término medio.

¿Y cuánto es un término medio? La medida es que la respiración ya se te normalizó y pensaste en una sola cosa distinta antes, pero sin haberte movido de tu sitio. Si andas caminando, sin haber guardado el celular de nuevo. Esto sucede entre los 30 segundos y el minuto. No es de reprocharse que leas el mensaje de tres a cinco veces antes de guardar el teléfono.

Si no conservas todos los mensajitos de este remitente, significa que no tendrá sentido todo el ritual anterior y habremos perdido el tiempo.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

La teoría de Carolina Aguirre

No lo escribí yo, sino una bloguera que se llama Carolina Aguirre. Por lo general la leo, pues casi siempre reflexiona acerca de las mujeres. En su teoría de la baldosa critica la razón de que los hombres inteligentes prefieran mujeres muy poco inteligentes: "La mayoría de los hombres busca mujeres escandalosamente atractivas a cualquier precio. Incluso si son estúpidas". Sin embargo, según señala, esto tiene sus consecuencias: "Cuando una mujer tonta se casa con un hombre inteligente, está ocupando una baldosa ajena, un lugar que estaba destinado a otra mujer, un espacio que no le pertenece". Veamos lo que dice Carolina Aguirre; ustedes saquen sus conclusiones:

Mi amiga Paula es una de las mujeres más graciosas que conozco. Es linda, divertida e inteligente. Además es curiosa: lee mucho, va al cine, mira series y saca fotos. Sin embargo, como no es despampanante, ni usa tacos aguja con pantalones ajustados, casi siempre se hace amiga de los hombres. Y por eso está soltera. Bueno, por eso, y por culpa de las ladronas de baldosa como Marilyn Monroe.
La mayoría de los hombres busca mujeres escandalosamente atractivas a cualquier precio. Incluso si son estúpidas. Las aman aunque vivan preocupadas por lo que le dijo una amiga a la otra, por lo mal que les cortaron el pelo, o por el kilo y medio de más que subieron cuando se fueron de vacaciones. Aunque sean profundas como un charquito callejero. Aunque su única aspiración en la vida sea tener un marido exitoso que les ponga una casa en un country, que las lleve a Punta del Este, que les traiga la revista Gente a la salida de la oficina, y les pague una empleada doméstica que trabaje de lunes a lunes. Es la verdad. Algunos lo asumen directamente, y otros magnifican atributos comunes y fantasiosos en cada pava que encuentran para justificarse.

Prueba de ello son los cientos de actores, conductores, músicos y directores de cine que en vez de salir con actrices, conductoras, músicas o directoras de cine, salen con modelos anoréxicas que no son más que una percha de ropa elegante.

Y está bien. Cada uno debe privilegiar las cualidades que más desee en una pareja. Si para ellos la belleza física es lo más importante, pues adelante. Que sigan diciendo que son “lindas”, “dulces”, “compañeras” o “buenas madres” para justificar que se casaron con un par de piernas largas sin nada en la azotea.

Sin embargo, este derecho legítimo y privado que a primera vista es irreprochable, tiene sus consecuencias. Principalmente para el universo; porque cuando una mujer tonta se casa con un hombre inteligente, está ocupando una baldosa ajena, un lugar que estaba destinado a otra mujer, un espacio que no le pertenece. Está sacudiendo el orden natural del cosmos, tomando una mitad que no era suya, la mitad de una mujer inteligente.

Al resto de las mujeres, este fenómeno nunca deja de extrañarnos. Casi a diario nos preguntamos como un cantante talentoso o un director de teatro puede estar casado cinco años con una mensa que sale en revista Caras, en cuatro patas y hecha milanesa en la arena, diciendo que su sueño es bailar en lo de Tinelli o escribir un libro de poemas. Es una duda que nos carcome por dentro: ¿Cómo se relaciona alguien que disfruta el arte con una mujer que sólo sabe de esmaltes de uñas y depilación brasilera? ¿Qué hacen cuando ven una película, leen un libro o tienen un vacío existencial? ¿Con quién hablan, con quién debaten, con quién intercambian ideas y se enriquecen? ¿Quién les devuelve los chistes? ¿Quién los hace reir? ¿Cómo es casarse con alguien que uno no admire?

La respuesta a esta pregunta diaria, que para algunas es el gran problema amoroso de sus vidas, es, sin embargo, sumamente simple: los hombres inteligentes y divertidos pueden darse el lujo de tener enamorarse de una idiota, porque tienen una amiga como Paula.

Con la novia tienen sexo y con Paula van al cine. Con la novia van a la playa y con Paula hacen chistes. Con la novia se casan y con Paula se asocian, trabajan, charlan, maduran, se encuentran. Es decir que mi amiga Paula es la que suple la carencia de la novia oficial. Es el ventilete intelecual de esa relación superficial, la muleta creativa, el bálsamo que sana la llanura pelada que ofrece el intelecto de la mamerta. Paula hace posible esa relación despareja. Sin una Paula con la que ir a tomar el té y al teatro el domingo, la otra relación estaría muerta.

Es por esto que es muy importante que emprendamos una acción conjunta. Que pensemos en nuestras primas, amigas, hermanas solteras que sufren tratando de conquistar a un galán talentoso que siempre cae en manos de una tarada mental que llora porque este verano no va a ir a Punta del Este. No seamos amigas de hombres que salen con taradas. Neguémosles la posibilidad de sostener este tipo de relaciones a largo plazo. No hagamos más de muleta. Que sientan el vacío y la soledad de ir a dormir todas las noches con un maniquí.

Neguémosles la amistad. Seamos todo o nada. Digámosles que vayan a hablar de historia con las taradas. Que les pregunten qué piensan de una obra de teatro, de una película checoslovaca o del conflicto entre Rusia y Georgia a sus lindísimas esposas milanesa.

Dejemos de ser las amigas piolas, la mina “cago de risa”, las copadas, las hermanas de la vida y las que los escuchan cuando la mensa los deja. Porque si dejamos esa baldosa lateral vacía, la otra no podrá llenarse con cualquiera.

Negúemosles la amistad. Neguémosle la amistad. Neguémosle la amistad. Hagámoslo por nuestras futuras hijas, por la armonía del universo o por la justicia divina. O al menos por mi amiga Paula, que desde Marilyn Monroe se casó con Arthur Miller, es la más ingeniosa y la más talentosa, pero siempre la más soltera. http://www.bestiaria.blogspot.com/